PRESENTACIÓN ANTE EL PLENO DEL SENADO, EL DÍA 22 DE FEBRERO DE 2023, DE LA MOCIÓN PARA PROPONER UNA PONENCIA DE ESTUDIO SOBRE EL IMPACTO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y OTRAS TECNOLOGÍAS DISRUPTIVAS EN LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA, LA INVESTIGACIÓN Y LA INNOVACIÓN

Por razones de educación (“es de bien nacido ser agradecido”) y de justicia (hay que pagar las deudas), déjenme que comience por reconocer que en el origen de esta moción está una propuesta que me hizo el senador y profesor Reniu, en una de las conversaciones que solemos mantener, para mi suerte.

Creo que esta moción tiene unas características de sencillez y aun diría de tan evidente oportunidad, por la actualidad de cuanto toca al desarrollo de la IA, que excusan una mayor argumentación. Una ponencia de estudio, que además de escuchar las aportaciones de científicos, investigadores y profesores universitarios, porque eso es lo que la especifica, tendrá las características propias del Senado, es decir, obviamente estará atenta y abierta a las perspectivas territoriales …

La relevancia de la IA no es una cuestión nueva: habría que remontarse a una obra de teatro de Karel Capek estrenada en Praga en 1921 R.U.R. (Robots Universales Rossum) – donde aparecían unos humanos artificiales, fabricados para trabajar, que acababan rebelándose contra sus creadores. Los robots, como peligro para la existencia de la humanidad. Asimov desarrolló y enunció, como recordarán, las leyes de la robótica, orientadas a garantizar la preeminencia de los humanos sobre la IA. La literatura de ficción y el cine han contribuido a difundir en la opinión pública una visión distópica, casi apocalíptica del desarrollo de la IA, en la línea inaugurada por la Metrópolis de Lang, aunque se expresara con la admirable capacidad de Kubrick y Clark, en el inolvidable diálogo de 2001, entre la IA Hal 9000 y el astronuta Bowman y en la que, antes de ser desconectado, Hal 9000 preguntaba si podría soñar…

La inteligencia artificial tiene un potencial enorme, pero también traerá las disrupciones inherentes a ciertas tecnologías transformadoras. Margaret Boden, la gran científica y filósofa, creadora del primer laboratorio de ciencias cognitivas y de la computación, autora del libro de divulgación Inteligencia artificial (Turner 2021) sostiene que ningún aspecto de nuestra vida escapará a la IA.

Va a alterar nuestras vidas, ya tan digitalizadas. Lanzará una carrera tecnológica y otra empresarial. Puede modificar los equilibrios geopolíticos y hasta nuestra capacidad cognitiva y nuestras ideas sobre qué es la creatividad. Piensen en algunos campos

Vida cotidiana: una nueva interfaz hombre-máquina

Hace años que los algoritmos se multiplican aunque no los veamos. Los usa Netflix para recomendar series, Red Eléctrica para predecir la energía que será necesaria mañana o Ikea para anticipar los pedidos y organizar su flota de camiones. Pero la nueva inteligencia artificial será más palpable. Porque una novedad de la IA generativa es que maneja lenguaje humano.

Mundo empresarial/laboral

La carrera está lanzada. No sólo ingentes inversiones fluyen para alimentar el desarrollo de sistemas AI, sino que empresas de distintos sectores empiezan a prepararse para absorber en sus mecanismos de funcionamiento las nuevas tecnologías. Jean-Marc Ollagnier, responsable de Accenture Europa, comentaba en una reciente entrevista que la próxima década representará, a su juicio, una revolución empresarial de mayor envergadura que todos los cambios vividos desde 1945, con la IA como uno de los grandes elementos de cambio. La nueva tecnología promete ampliar capacidades y productividad con notables consecuencias en el mercado laboral: se crearán nuevos puestos de trabajo, otros experimentarán una metamorfosis en su desempeño, y otros más desaparecerán, ya innecesarios.

Se intuye, además, una novedad: por primera vez en la historia de la humanidad se podrían automatizar tareas creativas.

Ciencia, innovación, docencia e investigación universitarias.

Pero esta moción se ocupa expresamente del impacto de la IA en el ámbito universitario: en la investigación científica y la innovación, en la docencia y en la evaluación de estudiantes, profesores e investigadores.

En el ámbito de la ciencia y la investigación universitaria y de la docencia, como en otros, se superponen perspectivas alentadoras y problemáticas. El acceso libre a ChatGPT ha desencadenado una alerta acerca de la posibilidad de que los alumnos resuelvan sus deberes o exámenes recurriendo a la máquina. Se avizoran múltiples efectos negativos, como dificultar la evaluación precisa del alumno —esencial para ayudarle en su recorrido— o alterar procesos competitivos —por ejemplo, para becas al mérito, etcétera.

Incluso sin llegar al extremo de la trampa, estos sistemas plantean el reto de alejar a los seres humanos de mecanismos mentales fundamentales en el desarrollo del intelecto, como afinar la capacidad de pensamiento a través de la escritura.

Dice el informe 2021 sobre IA, de la Comisión Nacional de Seguridad de EE UU que “La IA reorganizará el mundo”, porque no hay referencias históricas para calibrar el impacto de la inteligencia artificial. Según el informe, estamos ante algo más que un gran hallazgo tecnológico, una transformación de escala mayor, del tipo que describió Edison al hablar de la revolución eléctrica: “un campo de campos […] contiene los secretos que reorganizarán la vida del mundo”

Es lógico que nos preguntemos ¿Qué función puede tener la IA en la gestión de los asuntos públicos? ¿Hasta dónde debería llegar su papel? ¿Quién controlaría su actuación? ¿Qué riesgo hay de que interfiera y desnaturalice el debate político? ¿Podría en un futuro acabar tomando decisiones en lugar de un ser humano?

La UE, primera entre los grandes actores globales, ya desarrolla iniciativas jurídicas de respuesta y regulación, con la dificultad de anticipación en la materia, que pretende sobre todo definir aplicaciones que crean un riesgo inaceptable. Así, la comisaria de derechos humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, resumió en junio del 2021 las amenazas en el terreno político en una: la “manipulación de la opinión pública”. Mijatovic recordó que las nuevas tecnologías digitales y las redes sociales han propagado la desinformación e incitado al odio y la violencia, “infundiendo miedo en la población y fomentando los movimientos antidemocráticos de extrema derecha”. Y llamó a aprobar una regulación para que las grandes tecnológicas actúen de acuerdo con el marco legal de los derechos humanos.

Por su parte, Timnit Gebru, una inmigrante etíope que lelgó a los EEUU se ha convertido en la <ingeniera del antirracismo> en Silicon Valley desde que, comocodirectora del equipo de investigación de Google para IA ética, señaló que los sistemas de IA de la compañía usaban un lenguaje que marginaba la voz de muchos colectivos. Lo cierto es que todo depende de quién esté detrás de su programación, quién y con qué objetivo desarrolle los algoritmos. Interrogado el propio Chat GPT responde: “Si estuviera programado con otra orientación ideológica sería capaz de generar respuestas consistentes con esa ideología”.

Hay, desde luego, iniciativas parlamentarias y gubernamentales que ofrecen ya una valiosa documentación

Me parece muy útil la denominada Declaración de Toronto (2019): Toronto Declaration: Protecting the right to equality and non-discrimination in machine learning systems. (Amnesty y Acces Now)

La Comisión Europea está promoviendo, a través de su Plan Coordinado de Inteligencia Artificial, el desarrollo de una IA centrada en el ser humano, sostenible, segura, inclusiva y fiable. Además, ha aprobado la Comisión de la Comisión Europea para la eficiencia de ña justicia ha aoptado la European ethical Charter on the use of Artificial Intelligence in judicial systems and their environment, 2019

Por su parte, el Consejo de Europa aprobó en 2017 su Study on the Human Rights Dimensions of Automated Data Processing Techniques (in particular algorithms) and Possible Regulatory Implications, Council of Europe. 2017

Entre los dictámenes de otros parlamentos destacaré el Informe “AI in the UK: ready, willing and able?”, del Select Coommittee on AI, constituido entre 2017 y 2019 en dicha Cámara y que emitió su dictamen el 29 de junio de 2019, “to consider the economic, ethical and social implications of advances in artificial intelligence.” Está disponible en https://publications.parliament.uk/pa/ld201719/ldselect/ldai/100/100.pdf

Por lo que se refiere a nuestro país, recordaré que, en el Indice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI) de 2022, España ocupa un lugar por encima de la media de la Unión Europea. El Gobierno de España aprobó en el año 2020 la Estrategia de Inteligencia Artificial que sienta las bases para su desarrollo en varios ejes. En dicha Estrategia se avanza en medidas de apoyo al desarrollo y la adopción de la IA, donde la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación son uno de sus principales ejes.

Conviene recordar que el Senado constituyó en 2020 una ponencia de estudio sobre la adopción de una regulación de las nuevas realidades tecnológicas, disruptivas y sociales, en el seno de la Comisión de Asuntos Económicos y Tranformación Digital.

Espero y deseo que la Cámara vote favorablemente esta moción y se constituya la ponencia de estudio en el seno de la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades que tengo el honor de presidir.

PRESENTACIÓN ANTE EL PLENO DEL SENADO, EL 22 DE FEBRERO DE 2023, DEL DICTAMEN DE LA COMISION DE CIENCIA, INNOVACIÓN Y UNIVERSIDADES, SOBRE EL PROYECTO DE LEY ORGÁNICA DEL SISTEMA UNIVERSITARIO (LOSU)

Señor Presidente, señorías

El Proyecto de ley que se somete en este acto a la consideración del Pleno del Senado, y que se tramita por el procedimiento de urgencia, tuvo su entrada en esta Cámara el día 3 de febrero de 2023, fecha de su publicación en el Boletín Oficial de las Cortes Generales. El plazo de presentación de propuestas de veto y enmiendas terminó el día 9 de febrero.

A este Proyecto se han presentado 2 propuestas de veto:

El veto número 1, del Senador Marín Gascón y las Senadoras Merelo Palomares y Rodríguez de Millán Parro (GPMX) y

El veto número 2, del Grupo Parlamentario Popular en el Senado.

El proyecto de LOSU ha recibido 310 enmiendas. Su distribución es la siguiente:

11 del Senador Catalán Higueras (GPMX);

5 del Senador Fernández Viadero (GPD);

27 del Senador Sánchez López (GPD);

4 del Senador Egea Serrano y la Senadora Martín Larred (GPD);

6 del Senador Mulet García (GPIC);

4 del Senador Vidal Matas (GPIC);

4 del Senador Martínez Urionabarrenetxea (GPIC);

14 del Senador Gómez Perpinyà (GPIC);

88 de la Senadora Castellví Auví y el Senador Cleries i Gonzàlez (GPN);

11 del Grupo Parlamentario Vasco en el Senado (EAJ-PNV);

18 del Grupo Parlamentario Esquerra Republicana-Euskal Herria Bildu (GPERB);

114 del Grupo Parlamentario Popular en el Senado y

4 del Grupo Parlamentario Socialista.

La Ponencia ha estado integrada por los siguientes Senadores y Senadoras:

Argüeso Torres (GPMX),

Castellví Auví (GPN),

Fernández Viadero (GPD),

Fragoso Martínez (GPP),

Latorre Ruiz (GPS),

Magdaleno Alegría (GPS),

Peral Díez (GPV),

Reniu i Vilamala (GPERB),

Sanz Vitorio (GPP),

Torralba Valiente (GPS), y

Vidal Matas (GPIC).

La Ponencia, tras reunirse el día 17 de febrero de 2023, emitió su Informe, en el que acordó aprobar el texto remitido por el Congreso de los Diputados con la incorporación de las enmiendas 277 del Grupo Parlamentario Popular en el Senado y 308 del Grupo Parlamentario Socialista.

Asimismo, la Ponencia, en relación con diversos errores de índole terminológica y gramatical detectados en el referido texto, acordó efectuar las oportunas correcciones, que no tienen la naturaleza de enmiendas a los efectos de lo dispuesto en el artículo 90.2 de la Constitución.  

La Comisión se reunió el pasado día 17 de febrero para dictaminar y acordó por mayoría aceptar como dictamen el texto propuesto por la Ponencia en su Informe.

A este Dictamen se han presentado por los enmendantes y grupos citados al comienzo de esta presentación 14 votos particulares, incluidas 2 propuestas de veto.

Señorías, permítanme expresar mi agradecimiento por su trabajo a los miembros de la Comisión, en particular a los ponentes y también a los servicios de la Cámara. Y como siempre y en primera persona, al letrado D. Pablo García Mexía

Termino.

Sé que sus señorías soportan con paciencia y buen humor mi particular devoción por los clásicos. Se lo agradezco, créanme.

Hoy he pensado en un hexámetro de las Sátiras de Juvenal, que muchos nos repetimos con frecuencia y en el que nos advierte sobre un riesgo: et propter vitam, vivendi perdere causas: en el afán de salvar la vida, perder las razones por las que vale la pena vivir

Sé que todos los grupos parlamentarios queremos lo mejor para esta institución multisecular, una de las grandes creaciones de la civilización, que ha vivido de, y sobrevivido a, múltiples crisis.

Y estoy seguro de que tenemos muy presente que esa advertencia del poeta romano se puede aplicar a nuestra tarea de hoy, en el pleno: queremos reformar la Universidad -una vez más-, para que esté a la altura de las exigencias de un mundo que está cambiando profundamente y así pueda cumplir mejor las que son sus funciones tradicionales y también las que necesariamente ha de añadir.

Esto es y como previene la sentencia clásica, queremos reformarla, no sólo para que (sobre)viva, sino para que no pierda, sino que desarrolle y mejore, sus vivendi causas, las razones que la dieron a luz y que son su razón de ser.

NEURODERECHOS, UN RECONOCIMIENTO NECESARIO (Versión ampliada del artículo publicado en Levante-EMV, 22 de febrero de 2023)

No es arriesgado sostener que el reconocimiento de los neuroderechos constituye una de las dos más importantes y necesarias renovaciones de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), que cumple su 75 aniversario en 2023. La otra -a mi juicio, de importancia incluso mayor-, es la necesidad de reconocer y garantizar lo que los teóricos del <constitucionalismo ecológico> denominan bienes fundamentales vitales.

Se trata de dos ampliaciones en el catálogo de la DUDH que convengo en defender, frente a los partidarios de lo que podríamos denominar una concepción conservadora y obviamente restrictiva de los derechos humanos, que pretende reducirlos al núcleo de una dignidad entendida al modo liberal, que de nuevo hoy pretende excluir del catálogo de los verdaderos derechos a los derechos económicos, sociales y culturales, como la salud, la educación, la protección contra el hambre, la vivienda, el trabajo digno o las pensiones.

La mejor justificación de esa ampliación es la necesidad de hacerl justiciables para todos los seres humanos los bienes, las necesidades que esos nuevos derechos tratan de salvaguardar. En otras palabras, ha llegado la hora de tomar en serio la exigencia de garantía efectiva de esas necesidades básicas. Claro está, semejante exigencia se traduce y concreta en demandar la voluntad política de poner los medios para tal reconocimiento y garantía.

A mi entender, esa justificación concurre en las dos categorías que propongo como ampliación del catálogo de derechos de la DUDH. Desde luego, en esos bienes fundamentales vitales que, precisamente por su dimensión de bienes comunes para todos (más allá incluso de la especie humana) resultan prioritarios. Como ha explicado muy bien Ferrajoli, se trata de bienes vitales naturales, como el agua, el aire incontaminado, el clima estable. Pero también de los bienes vitales sociales, fruto de nuestro ingenio e investigación, como la comida imprescindible, los fármacos esenciales, las vacunas. Unos y otros deberían estar sustraídos al mercado y en particular los naturales, bajo formas fuertes de garantía que recuperen su carácter extra patrimonium y extra commercium.

Pero volvamos a la noción de neuroderechos, tal como la postula quien es reconocido como el más autorizado representante e impulsor de la demanda de reconocimiento de esa categoría, el neurobiólogo profesor Rafael Yuste. Esta propuesta en torno a los neuroderechos es, como tantas otras grandes ideas, tan sencilla como relevante y nace de la necesidad de regulación y respuesta ante el desarrollo de las neurotecnologías, que permiten la aparición de herramientas o técnicas (por ejemplo, los algoritmos) que permiten manipular, registrar, medir y obtener información del cerebro. Como ha subrayado el mismo Rafael Yuste, se trata de una gran oportunidad que nos sitúa ante lo que podríamos considerar un salto cualitativo en nuestra especie, pero también entrañan un grave riesgo, si no se garantiza una adecuada y eficaz  protección jurídica de lo que, en definitiva, es nuestra conciencia.

Por mi parte, me gustaría subrayar que los neuroderechos constituyen un estupendo ejemplo de cómo lo que llamamos derechos humanos no son un concepto abstracto, sino histórico, que admite ampliación de su catálogo, ante la aparición de nuevos bienes que entendemos como necesidades y que se encuentran en riesgo, precisamente porque -como sucede en este caso- el desarrollo tecnológico permite manipularlos, incluso vaciarlos de contenido. Hablamos, sí, de lo que en teoría de los derechos humanos conceptualizamos como necesidades básicas que exigen el tipo de protección más alto, el que ofrece su reconocimiento como derechos humanos universales y nuevos. En efecto, nos encontramos ante necesidades que hasta ahora no reconocíamos, porque no existían como un bien posible, y además no estaban todavía en riesgo: el derecho a la identidad personal, a la privacidad mental, o al acceso equitativo a la mejora cerebral o a la protección contra sesgos introducidos por esas técnicas.

En Derecho constitucional comparado, la categoría de neuroderechos estuvo a punto de lograr su primera constitucionalización en el artículo 19.1 del abortado proyecto de Constitución chilena que disponía lo siguiente: “El desarrollo científico y tecnológico estará al servicio de las personas y se llevará a cabo con respeto a la vida y a la integridad física y psíquica. La ley regulará los requisitos, condiciones y restricciones para su utilización en las personas, debiendo resguardar especialmente la actividad cerebral, así como la información proveniente de ella”. Esperemos que se recuperen en el nuevo proyecto constitucional.

Todo lo anterior viene especialmente a cuento porque el próximo viernes 24 de febrero tendrá lugar en Valencia la firma colectiva de Neurodrets. La declaració de València, una iniciativa del Consell Valenciá de Cultura (CV), impulsada sagazmente por la filósofa Ana Noguera, y que tiene como objetivo la incorporación de los <neuroderechos> a la Declaración Universal de los Derechos humanos (DUDH. Particularmente significativa me parece la presencia en ese acto de quien, como ya he señalado, es el más reconocido de los impulsores de este reconocimiento, el neurobiólogo Rafael Yuste.

Estamos, pues, de enhorabuena por el hecho de que Valencia se asocie a este acontecimiento y hay que agradecérselo al CVC. Ojalá que asistamos pronto a su positivación en el Derecho constitucional y en el Derecho internacional de los derechos humanos.

UN ACUERDO Y ALGUNAS DISCREPANCIAS SOBRE LA «LEY TRANS» (versión ampliada del artículo publicado en Infolibre, 13 de febrero de 2023)

A mi amiga y compañera Susanna Moll

La semana pasada, el pleno del Senado aprobó el proyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI (la denominada «ley trans»), con la introducción de enmiendas de corrección lingüística y técnica, lo que supone que el texto vuelva al Congreso para su definitiva aprobación. Me parece un momento adecuado para recoger un acuerdo fundamental y también algunas de las discrepancias que sostengo (junto con algunos compañeros y compañeras del grupo parlamentario socialista y, muy en particular, mi admirada compañera Susanna Moll) en torno a esta ley.

I. Ante todo, el acuerdo más relevante: el objetivo prioritario de esta ley no es otro que la defensa de los derechos de las personas trans, un propósito que comparto y apoyo. Huelga decir que se trata de una exigencia de la noción misma de derechos humanos, porque nadie que defienda los derechos humanos universales puede dejar de defender la igualdad y no discriminación de las personas trans en los derechos, un reconocimiento que es fruto de una larga y muy dolorosa lucha social para miles de personas y sus familias y que trata de poner fin a esa angustia, a ese sufrimiento. Porque los derechos de las personas trans son también los nuestros.

Ese objetivo no es un prejuicio propio de lo que algunos llaman “agenda ideológica” del Gobierno de coalición. Habría que precisar que, por supuesto, todo gobierno tiene agenda ideológica, porque todo gobierno responde a una ideología. Ideología que se ha reflejado en un programa electoral, con una prioridad en las acciones de gobierno a realizar. Ideología pues, que ha obtenido el respaldo de los votantes, con arreglo a la mayoría parlamentaria. Es decir: hablar de «agenda ideológica», como si ello fuera peyorativo revela un error conceptual cuando no un intento de manipulación. Dicho ésto, la aprobación de una ley trans de carácter estatal (ya las hay en las CCAA), es un objetivo coherente con una agenda ideológica, sí: la que considera prioritaria la tarea de desarrollar el reconocimiento y garantía de derechos de todos y en particular de aquellas personas que se encuentran en peor situación y ven vulnerados sus derechos por ese hecho o incluso ven negado su reconocimiento en condiciones de igualdad. Una agenda política y legislativa que prioriza que nadie se quede atrás.

Esa aprobación, además, es un compromiso del programa del partido socialista y como militante y senador del PSPVPSOE estoy satisfecho por el hecho de que se cumpla con esta agenda legislativa, que alivia mucho sufrimiento y contribuye a restaurar la dignidad de esas personas. Esa —y no sólo la relevante consideración de la disciplina parlamentaria de voto— es la razón última de mi voto favorable a la ley.

Por lo demás, como muchos compañeros del partido, como muchas personas, llevamos años tratando de explicarlo y defender el reconocimiento y garantía de esos derechos, también por escrito y públicamente: por ejemplo, en la entrevista que incluyó mi amiga Fani Grande en su libro Jo soc aixi i aixo no es un problema (editorial Vincle, Valencia, 2017), una obra que, a mi juicio, supuso un aporte relevante para el reconocimiento de los derechos de las personas trans.

II. La primera de las discrepancias se refiere a una cuestión de fondo, que puede incluso entenderse como filosófica y que plantea un ya muy amplio debate sobre el feminismo y la ideología queer (un asunto de indiscutible complejidad e interés, no sólo académico), una discusión que ha resultado muy divisiva entre la militancia y los votantes de izquierda —desde luego, del partido socialista— y también en la sociedad.

Comenzaré por reiterar la necesidad de evitar prejuicios y leer y escuchar con atención los argumentos que se han planteado de una y otra parte en esta polémica. No menos necesario es insistir en la exigencia de evitar estigmatizaciones y —sobre todo— las descalificaciones personales que, lamentablemente, se han producido a uno y otro lado del debate. Así, resulta rechazable calificar de incitación al odio a quienes critican con argumentos las tesis del movimiento queer o adjudicar la etiqueta de tránsfobo a todo aquel que discrepe de los argumentos de quienes sostienen esa ideología, o criticara este proyecto de ley. Inadmisibles son también las descalificaciones que entran en el terreno de lo personal para todo aquel que sostenga la defensa de la causa trans.

Me repugnan en particular los intentos de prohibir o impedir por la fuerza conferencias, presentaciones de libros o debates: algo incompatible con el respeto a la libertad de expresión y que llega al extremo cuando eso sucede en el ámbito universitario, espacio por antonomasia de la libertad de crítica. Un espacio en el que se han llegado a producir actos que avergüenzan, como la quema de libros de quien sostiene tesis críticas con la ideología queer y con la ley.

Dicho esto, y salvaguardando el imprescindible reconocimiento de la igualdad de dignidad y derechos de las personas trans, soy de la opinión de que la afirmación irrestricta del principio de autodeterminación confunde, si no consagra, un error conceptual de base: sostiene que el dato biológico que es el sexo ha de reducirse al constructo social que es el género. Ésta, la de género, es una categoría cuyo fundamento y función social ha sido justamente criticada por el movimiento feminista, en la medida en que ha servido para un proceso multisecular de subordiscriminación de las mujeres, núcleo de la cultura patriarcal y que constituye una inaceptable realidad en punto al reconocimiento y garantía de la igualdad de derechos de las mujeres. La peor de las consecuencias de esta confusión es la vinculación del reconocimiento como mujer a un sentimiento de identidad, lo que supone un riesgo de desdibujar la razón misma de la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres.

Insistiré una vez más en algo que es un punto de partida que tenemos claro todos los que estudiamos y trabajamos en torno a problemas de derechos humanos: ningún derecho es absoluto. Tampoco la autonomía de la voluntad como principio es un principio absoluto. Puede y debe ser objeto de regulación jurídica y, con ello, de condiciones para su ejercicio en determinadas situaciones. Creo que ese es el sentido de la muy citada afirmación de la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Reem Alsalem, una reconocida experta en cuestiones de género: «El derecho a la no discriminación de toda identidad de género no significa que no deban existir salvaguardas y criterios objetivos para otorgar o denegar esa solicitud. No basta solo la voluntad del individuo«.

Pues bien, el caso es que, a mi juicio, esta ley propicia este error argumentativo, que fundamenta una segunda y más concreta discrepancia respecto a esta ley, relativa al reconocimiento de los derechos de los menores trans, precisamente en aras de la mejor garantía de sus derechos como menores y del principio de interés superior del menor, que es cometido prioritario de la tutela judicial.

III. En efecto, la razón fundamental de este segundo tipo de discrepancias es la regulación que se ofrece en el título II, capítulo 1 de la ley (Rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas y adecuación documental), en sus artículos 38 a 46 (en particular, en el artículo 38), que distingue entre tres tramos de edad para la inscripción del cambio de sexo legal a partir de los 12 años: desde los 16, sin requisitos añadidos a la manifestación de voluntad; entre 14 y 16 con consentimiento de sus representantes legales; y entre 12 y 14 con autorización judicial.

A mi juicio, y aun reconociendo la voluntad que encarna el proyecto de garantizar al máximo los derechos de las personas trans, creo que la forma en que se articula en relación con los menores es contraproducente en punto a las garantías del interés del menor. 

Cabe recordar que el grupo parlamentario socialista en el Congreso ya manifestó su preocupación y presentó una enmienda al artículo 38 que reproduzco literalmente : “Se modifica el artículo 38 en los siguientes términos: Artículo 38. Legitimación. 1. Toda persona de nacionalidad española mayor de dieciséis años podrá solicitar por sí misma ante el Registro Civil la rectificación de la mención registral relativa al sexo. 2. Las personas menores de dieciséis años y mayores de catorce podrán presentar la solicitud por sí mismas, asistidas en el procedimiento por sus representantes legales. En el supuesto de desacuerdo de las personas progenitoras o representantes legales, entre sí o con la persona menor de edad, se procederá al nombramiento de un defensor judicial de conformidad con lo previsto en los artículos 235 y 236 del Código Civil. 3. 2. Las personas con discapacidad podrán solicitar, con las medidas de apoyo que en su caso precisen, la rectificación registral de la mención relativa al sexo. 4. 3. Las personas menores de dieciséis años y mayores de doce podrán solicitar la autorización judicial para la modificación de la mención registral del sexo en los términos del capítulo I bis del título II de la Ley 15/2015, de 2 de julio, de Jurisdicción Voluntaria”. Y habrá que recordar que esta enmienda no obtuvo respaldo parlamentario por parte del socio del gobierno de coalición, ni tampoco de los socios de investidura. A la vista de ese resultado el grupo parlamentario socialista en el Congreso desistió de mantenerla. Tampoco se planteó recuperarla en el paso parlamentario por el Senado.

La regulación de los menores trans en el proyecto de ley es un asunto en el que, como algunas compañeras y compañeros del grupo parlamentario socialista, soy particularmente sensible a la preocupación y a las propuestas formuladas por AMANDA, la asociación de madres de adolescentes y niños con disforia de género acelerada o disforia de género de inicio rápido (DGIR) que, como indica su Manifiesto, se han acelerado en los últimos meses a un ritmo absolutamente insospechado. En efecto, AMANDA ha ofrecido argumentos críticos sobre las orientaciones legislativas que han adoptado algunas CCAA y que suponen aceptar el autodiagnóstico de disforia de género por el adolescente de forma incuestionable, porque entiende la Asociación que así se dificulta una atención profesional rigurosa a los niños y adolescentes, tanto en el ámbito sanitario como en el educativo. Subraya también el manifiesto que esa orientación se advierte en el actual proyecto de ley y alerta además que subyace en él, como en la Ley de protección de la infancia —conocida como ley Rhodes— un determinado y, a mi juicio -lo reitero-  sesgado concepto de identidad de género que no es reconocido por la gran mayoría de los especialistas científicos y supone un serio riesgo para la salud física y mental de los adolescentes y niños.

Creo que los argumentos y sugerencias expresados por AMANDA no han sido suficientemente tenidas en cuenta en la tramitación parlamentaria de este proyecto de ley, como tampoco la de reconocidos psiquiatras especialistas en menores, entre los que mencionaré a la muy conocida Caroline Eliacheff, autora, junto a Céline Masson, de un libro sin duda polémico, pero a mi juicio riguroso, que acaba de traducirse en España (La fábrica de los niños transgénero. Cómo proteger a nuestros menores de la moda trans).

Quisiera puntualizar que no trato de sostener ese tipo de paternalismo que supedita sin más la autonomía personal al criterio de los expertos.  Así lo advertí en su día respecto al ejercicio del derecho a la eutanasia. El derecho a la autonomía personal es básico y supone otra visión en la relación entre médico y paciente, tal y como vino a innovar la ley 41/2002 de autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.

Tomadas esas precauciones y aun constatando que no hay un juicio científico unánime, a mi entender constituye un serio error ignorar los pronunciamientos científicos que son mayoritarios, como los de la Asociación española de psiquiatría de la infancia, suscrito por la Asociación española de pediatría y por la Sociedad de psiquiatría infantil . Reiteraré que no trato de absolutizar esos pronunciamientos, porque reconozco que hay una polémica no sólo ideológica, social y jurídica, sino también científica, por ejemplo, entre psicólogos y psiquiatras, si bien no es difícil identificar la posición mayoritaria.

A esas consideraciones sumaré las que resultan del hecho de que se haya dejado de lado lo que argumentan a este respecto los informes del  Consejo de Estado 901/2022  y del  CGPJ, sobre los que luego volveré.

Por lo demás, la tramitación por vía de urgencia en el Senado es un motivo de discrepancia que algunos pueden considerar accidental, pero las formas y procedimientos nunca lo son en el Parlamento. Creo que una ley de esta importancia no debería haber sido llevada por el procedimiento de urgencia

IV. Mi mayor preocupación y fuente de discrepancia se refiere, pues, al reconocimiento de efectos registrales a la declaración de los menores trans, un asunto jurídicamente relevante y no adjetivo.

No puedo compartir la justificación que se ha ofrecido para otorgar a la expresión de voluntad del menor —entre 14 y 16 años— los mismos efectos automáticos que a un adulto en lo relativo a la inscripción registral de la identidad sexual, esto es, respecto al reconocimiento de su identidad trans. Cuestión diferente, pero no menos debatida, es si basta esa expresión de voluntad del menor para autorizar el sometimiento a tratamientos hormonales y quirúrgicos.

La barrera de los 16 años parece lógica y coherente con lo que dispone nuestro ordenamiento jurídico, pues, aunque la mayoría de edad en nuestra legislación sigue fijada en los 18 años —y esa es la edad establecida como requisito para ejercer el primero de los derechos políticos, el del sufragio—, otros pronunciamientos jurídicos sobre el límite de edad que afectan al ejercicio de la autonomía personal, como la edad para contraer matrimonio, coinciden con la de la media europea, esto es, los 16 años. Ese es un asunto de particular importancia pues el matrimonio infantil es reconocido como una práctica a erradicar, por el riesgo que significa para los menores el que se trate de una imposición. Asimismo, y desde la reforma de julio de 2015, la edad mínima para consentir relaciones sexuales se sitúa en los 16 años (antes eran 13).

Pero las garantías introducidas respecto a los menores de 16 años me parecen insuficientes y creo que serían mejorables si atendiéramos por ejemplo a las observaciones mencionadas del Manifiesto de AMANDA, y en los dictámenes del Consejo de Estado y del CGPJ. Insisto: en aras precisamente de la mejor garantía de los derechos de menores. Por eso, creo que se deberían haber tenido en cuenta expresamente las tres modificaciones que sostiene el dictamen del Consejo de Estado:

En primer lugar, mantener la necesidad —aunque no tenga carácter vinculante— de la emisión de un informe médico y psicológico. Como dice el dictamen, “la exigencia de tal informe médico o psicológico constituiría una garantía para el solicitante que debería ser mantenida en aras de la protección de la persona que libremente decide transitar de un sexo a otro”. El dictamen añade que no se ha constatado que “la exigencia de un diagnóstico médico o psicológico de la disforia de género vulnere los derechos fundamentales de la persona”, y desde el punto de vista de Derecho comparado ese informe preceptivo, aunque no sea vinculante, es exigido para el derecho a rectificación registral. Por cierto, es lo que establece nuestra propia Ley 3/2007, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas.

En segundo término, la exigencia de aval judicial para todo expediente que afecte a menores de 16 años (el dictamen del Consejo de Estado lo eleva a los menores de 18), precisamente, como señala el dictamen, para “velar por el interés superior del menor, tal y como ha sido interpretado por nuestra jurisprudencia y doctrina constitucional”.

En último lugar, delimitar con la mayor precisión posible los requisitos para proceder a los cambios en el registro. Estoy de acuerdo con lo que señala el dictamen: “En la medida en que se admite su rectificación sobre la base de la libre determinación sexual de la persona, se debería posibilitar la reversión de esta decisión”, siempre y cuando se haga, como también sostiene el dictamen, “con las debidas cautelas que garanticen una adecuada protección de otros bienes jurídicos concurrentes y el debido respeto a los principios de seguridad jurídica y de orden público, que, como se ha apuntado, precisan cierta estabilidad en la definición de la identidad sexual del sujeto”. Baste pensar en el argumento del dictamen sobre la conveniencia de mantener un “transcurso de cierto periodo de tiempo entre la rectificación registral y su reversión —siendo el plazo de seis meses propuesto por la autoridad consultante insuficiente a estos efectos, al menos si se mantienen inalterados los demás elementos del sistema— y la conveniencia de imponer un límite cuantitativo al número de veces que una persona podrá instar, límite que, señala el dictamen, “debería” atender a la edad de quien lo solicite… “No parece razonable equiparar la situación del menor de edad cuya identidad sexual está en proceso de construcción y puede, por consiguiente, ser objeto de alteración, a la del mayor de edad”.

V. Concluyo. A mi juicio, para evitar estos problemas que perjudican lo que considero un objetivo más que justificado de la ley, el restablecimiento de la dignidad y la igualdad de derechos de las personas trans, se debería haber recuperado la enmienda mencionada presentada por el grupo parlamentario socialista en el Congreso y, junto a ello, quizá haber acordado unas transaccionales con algunas de las enmiendas propuestas sobre menores por Geroa Bai (grupo parlamentario de Izquierda Confederal en el Senado), tal y como voté en el Senado.

Esta ley que, insisto, era necesaria, va a mejorar el reconocimiento de la dignidad e igualdad de derechos de las personas trans, pero no es la ley trans que yo esperaba y deseaba. Ojalá que pueda ser revisada en un futuro próximo, para que sea una ley mejor.

UNA ENTREVISTA SOBRE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS TRANS (publicada en el libro de Fi Grande, Jo soc aixii aixo no es un problema, ed. Vincle, Valencia, 2017)

Entrevista amb Javier de Lucas, fundador i director de l’ Institut de Drets Humans de València. Escriptor, professor i catedràtic de Filosofia del Dret de la Universitat de València.

Vaig a aquesta trobada amb una bicefàlia considerable que m’agrada molt notar: d’una banda tinc un pessic en l’estómac per la certesa que entrevistaré a una persona que és un símbol en la lluita dels drets humans a escala internacional, i la responsabilitat que em provoca aqueixa certesa. D’una altra, tinc un cuquet en l’estómac del goig de saber que gaudiré una vegada més de la converça amb una persona que vull i admire a parts iguals, i a qui tinc la sort de conèixer ja fa uns anys. Javier de Lucas va accedir de seguida a formar part d’aquest projecte pel seu irreductible compromís diari amb els Drets Humans i per tot allò que quede dins d’aqueix àmbit. Crec que no m’enganye si afirme que, no sols participa com a Director de l’Institut de Drets Humans de València, si no per un empeny personal que té per traure els Drets Humans de l’àmbit estrictament jurídic i acostar-ho al conjunt de la societat. I que la societat s’impregne i beneficie d’aquesta consciència.


¿Quina és la missió d’un Institut dels Drets Humans ?

Malhauradament és una pregunta que no hauria de ser necessària, que hauria de ser evident i fins i tot hauriem de tindre la consciència suficient, i la trajectòria educativa, ja des de nivells molt primerenc de l’ensenyament per a que els Drets Humans siguen una tasca fonamental. Educar en Drets Humans és una tasca de tots. Aprendre com i per què hi ha drets, i què protegir-los és una tasca de tots. Està bé que hi haja especialistes, però crec que si es complira l’objectiu de Nacions Unides, les persones estariem acostumades des de molt menudes a que el fet i la discussió sobre Drets Humans formen part del projecte educatiu a tots els nivells. I no solament en el projecte educatiu, sinó en l’experiència vital.



En la teua opinió, aquest desconeixement, ¿pot guardar relació amb que els drets de les minories, com en aquest cas del col·lectiu LGTBI, es vegen tan aliens?

Crec que aquest és un dels principals malentesos o dels principals errors entorn als Drets Humans que pot tenir un efecte no desitjat però provocat per l’existència d’una universalitat, que en realitat és abstracta i falsa. Al parlar de drets humans com a universals i de tots, tendim a pensar que són els Drets Humans de tots els que ens reconeixem com nosaltres. És a dir, els que responem a uns paràmetres comuns majoritaris. Aleshores, els Drets Humans dels altres apareixen fora d’aquest cercle com els Drets Humans d’individus que pertanyen a grups minoritaris.  Apareixen com un problema específic i fins i tot com una cosa diferent del problema dels Drets. Tenim assumit que els DD.HH. formen un paquet que tenim simplement  per ser ciutadans normal, entrecomillant la paraula normal.

 

La normalitat, aqueixa paraula entrecomillada.

La construcció d’aquesta normalitat és una construcció molt lesiva, molt estigmatizant, molt cruel amb qui s’escapa dels paràmetres de normalitat. Uns paràmetres que varien en cada moment històric, però hi ha alguns paràmetres que són recurrents. Un d’ells és el paràmetre patriarcal, que està tan incorporat com a normal, entre cometes, a la vida de molts de nosaltres fins el punt que sol nomenar alguna cosa que no responga a aquest paràmetre, ho col·loquem fora dels Drets Humans perquè ens semblen casos excepcionals. Ens semblen casos aliens als drets i tendim a veure’ls fins i tot amb recel. Jo crec que açó és la història de les etapes que hem viscut en la civilització respecte a individus i a grups que escapaven de la normalitat i que han tingut que passar primer pel menyspreu, després pel recel, més tard pel rebuig, o com a molt arribar a la indiferència. El reconeixement com a subjectes iguals des de la seua diversitat ho han aconseguit molt pocs grups.



¿Per què algunes persones no reconeixen la seua lluita de les persones trans per la identitat com la lluita pels Drets Humans?

Jo entenc la dignitat sempre en clau d’autonomia. Crec que la conquesta de la teua dignitat és la conquesta de la teua autonomia. La teua autonomia vol dir que tu eres tu, sense cap altra etiqueta. I llavors, tu vols ser el que eres, per a açò, el primer és reconèixer el que eres, i després veure com desenvolupar el que eres, siga el que siga. I en aquest sentit, la lluita per la dignitat té dos eixos diferents: la lluita per la dignitat dels qui pertanyem al mainstream, és a dir, dels que no tenim una diferència que ens singularitze, i després està la lluita veritablement difícil, que és la lluita pels drets de les persones que per a construir la seua dignitat han de desebvolupar-la i visibilitzar-la amb un esforç heroic, obstinat-se en aconseguir aquesta dignitat sense acceptar almoines ni camins fàcils i sense acceptar una altra ruta possible, que és la clandestinitat i l’abandó de l’espai públic.



El col·lectiu trans està lluitant perquè l’OMS i els manuals de psiquiatria trauen la lliure elecció de vida del llistat de malalties o trastorns mentals, com va succeir amb l’homosexualitat en el seu momento ¿S’aconseguirà?

Jo crec que eixiran, clar que sí. El que passa és que, fins que s’arribe a incorporar, o millor dit, a netejar la patologització i l’estigmatització. A diferència d’altres col·lectius, ací hi ha un component patològic, de patologització, que té una força enorme en una societat com la nostra que només concedeix la veritat al científic. Per açò el procés que pateixen no és només el de la construcció social com a éssers més que diferents i per tant, estigmatitzats, sinó que té el suport de la patologització de base científica. Una base que s’ha demostrat que es pot lluitar contra ella i desmuntar-la. Imagina, si encara hi ha qui afirma tindre programes per a fer que la gent ‘abandone’ l’homesexualitat…

Açò també succeeix amb les persones trans, hi ha qui pensa que es pot curar i que és fins i tot un capritx.

Em sembla que la lluita d’aquestes persones és molt més difícil, precisament, perquè cal vèncer el prejudici més difícil de vèncer, que és el prejudici científic. Perquè quan et diuen que una cosa és científica no hi ha qui la destruïsca. No obstant, açò ho hem vist amb l’assignació de gènere. Respecte a aquesta ‘assignació, per descomptat, d’orientació sexual, semblava que la ciencia s’havia pronunciat irrebatiblement i ara resulta que és perfectament discutible i revisable. Aquest doble procés explica l’enorme dificultat en la que viuen aquestes persones. I crec que va a costar moltíssim despatologitzar i desestigmatizar.



Hi ha una altra qüestió de base respecte del tema sanitari. Una persona trans necessita per a aconseguir la seua identitat una assistència sanitària, un psicòleg, un endocrí, o un cirurgià si decideix modificar el seu cos. ¿Com s’ha que resoldre l’aspecte mèdic no patologizante?

Ací hi ha un problema de fons important, que és teòric, però que és també un problema, o un prejudici, al meu judici, enormement arrelat precisament perquè està recobert del prestigi que no és un prejudici, sinó una veritat científica, o una veritat mèdica. Així com les accions públiques, de polítiques públiques, un les pot relacionar en el primer nivell amb l’objectiu i ajudar al desenvolupament de l’autonomia personal, el desenvolupament de l’autonomia personal també està tancat en uns paràmetres molt concrets, i el que es despren d’aquests paràmetres, del que és l’autonomia, no és acceptat. Jo he escoltat amb freqüència dir: “Bé, aquest tipus de tractaments no corresponen a l’autonomia personal i no pot qualificar-se de dret a l’autòmia personal”.

Hi ha qui pensa que ser trans és un capritx.

Un capritx o una frivolización, però crec que és més la presumpció que el que les persones trans volen va contra allò científic, que un capritx. Perquè elles volen torçar el científic, que és la veritat natural que ha substituït al vell argument religiós: tu vols torçar el designi de Déu respecte a tu, tu vols torçar la naturalesa. I ara, sense dir açò des del punt de vista religiós, la qual cosa es diu és des de la nova religió del cientifisme: mira, tu estàs en aquest gènere, estàs assignat en aquest gènere, açò que tu tens en qualsevol cas és una patologia i tu no pots pretendre que nosaltres financem una patologia. A mi em sembla que sota açò hi ha un rebuig a prendre de debò, de manera coherente, el que és la noció d’autonomia.



Aqueixa noció d’autonomia es dóna de front amb la submissió del sistema amb aquestes persones, a les quals allarga durant anys el procés fins a aconseguir-la. Ens trobem amb persones que comencen a hormonarse als setze anys i que fins als divuit no accedeixen a un DNI que reflectisca la seua nova identitat ¿Per què el sistema dilata tant el procés?
Hi ha una dimensió política de fons molt important: la dimensió del control social de la identitat. La dimensió del control, de la imposició de la identitat que és contrària al principi bàsic dels Drets Humans, que és el del desenvolupament de l’autonomia personal. Per açò jo crec que quan se’ls explica als alumnes de filosofia quina volia fer Sòcrates com a filòsof, no se’ls explica bé. Sòcrates com a filòsof vol fer com Miquel Ángel amb les escultures, vol traure-les de dins de la pedra, i no ser ell qui faça l’escultura. “L’escultura està ací, dins del bloc de marbre, jo només he de traure-la”, deia l’escultor. I el control social és justament el contrari. El sistema no vol el desenvolupament individual, lliurement decidit a consciència per cadascun de nosaltres. El sistema cerca llançar-nos en categories que puguen classificar-se, i imposar en funció d’aqueixa categoria rols socials, que són també rols polítics. I de la mateixa manera que la distinció públic-privat, que tant va servir per a construir el rol social de gènere de les dones, ficant-les en el privat des d’aqueixa definició: Al meu entendre, el sistema experimenta rebuig amb el col·lectiu trans precisament per açò i se’ls escapa absolutament del control.


Has dit una frase que coincideix amb la postura dels activistes trans més joves i amb la veu de ficció que et precedeix en aquest llibre. Segons aquestes persones, no tenen per què calmar al sistema modificant els seus cossos o adaptant-se a aquest binarismo ferri perquè el sistema es sotenga. Estan en contra de modificar els seus cossos únicament per exigències socials. Estan a favor de la autoaceptación, d’acceptar els seus cossos com són i viure el seu sexe sentit treballant l’autoestima i l’amor a un cos que no té perquè respondre a aqueix constructo social del gènere. 

El que passa és que açò és duríssim, perquè és la major rebel·lió contra el sistema, la major rebel·lió és rebutjar la taxonomia binària que és la més fàcil per al sistema, que el sistema pot acceptar que tu et convertisques en dona, o que tu et convertisques en home, però el que no pot acceptar és que tu et declares trans en el sentit de dir: jo no vull escollir una identitat que m’encaselle. Açò és difícil d’acceptar pel sistema perquè el sistema està obstinat sempre a classificar-te. Pot acceptar com a màxim que estigues en una casella i que passades a una altra, però estàs en la casella i ja et tinc situat, ja et tinc classificat, i ja no pots estar en l’altra casella. Però el que no pot assimilar és que es rebutge açò que en pla pedant cridava el sociòleg Bourdieu com la teogonía social d’aqueixa funció que emula la divinitat en el sentit de: “jo et classifique”.



Quan parles del principi d’autonomia, ¿parles de dret a la dignitat?

La dignitat es presentada sempre com a una categoria superior. He discutit molt açò amb gent molt sàvia, per que a mi, la dignitat, em sembla un concepte buit. Jo crec que el concepte de dignitat és un concepte buit, perquè al final el raonamenti la justificació de la dignitat sembla qualcosa de circular: tu ¿per què eres digne? Perquè eres ésser humà. I ¿per què eres ésser humà i no tan sols un animal? Perquè eres digne. Bé, aleshores, ¿què significa la dignitat? On està? On resideix la dignitat? ¿La dignitat resideix en ser un tipus particular d’animal que no són els altres animals? Aleshores per què posem la dignitat en aquest tipus d’animal i no en tots els mamífers que tenim un sistema nerviós central i tal o en els quals som primats, i a partir dels primats en tots els primats? Jo crec que sí és possible identificar filosòficament la dignitat com la capacitat de crear el propi projecte de vida que tenim. El propi projecte de vida en el sentit més radical del terme. Cosa que la majoria de nosaltres no aconseguim. La majoria de nosaltres pactem condicions que ens fan més fàcil la vida, i no dic que claudiquem, però arriba un moment que dius “Val, vaig a pactar. M’acomode amb açò, siga el que siga”, i pactem en molts sentits. Jo crec que un dels sentits més difícils de rebutjar és la temptació del pacte, que a més t’ofereix el sistema a través de la pressió social, que si està reforçada pel tòpic de la veritat científica ja ni diguem. Crec que un dels assumptes més difícils és el de l’assumpció del propi cos, de la pròpia identitat que un viu, que a més pot viure no necessàriament de manera única en un sol sentit al llarg de la seua vida. Jo crec que açò és vist en els processos realment sincers.



¿Com emmarquem la paraula diversitat en el context de la Filosofía del Dret?

Aquesta és una pregunta molt important, però molt difícil, perquè el Dret, si et fixes, és un instrument ambigú. La major part del temps el Dret ha servit de guardià de la normalitat entre cometes. El Dret és un instrument que convenç molt perquè té força. A diferència d’altres instruments culturals, té força. El Dret és l’instrument a través del qual nosaltres transmetem, llancem a la gent els estereotips de classificació que serveixen per a la construcció social del poder, com comentàvem abans. Com en la República de Plató, la justícia és l’equilibri i consisteix que cadascun complisca la seua funció, la qual cosa vol dir que tu, a través del Dret certifiques que tu tens una funció assignada. El Dret recorre a tòpics, que des del principi de la nostra cultura són tòpics mitològics, religiosos. Tòpics que parlen d’una naturalesa que ens dóna la divinitat, i que cal mantenir i preservar, i d’un ordre en el qual la diversitat és jutjada segons el mite de la torre de Babel. És a dir, la diversitat és patologia, perquè el missatge del mite de Babel és aquest. La lliçó consisteix, i crec que açò és socialment molt important, en imposar la diversitat com a càstig. La diversitat és la diferència de llengües. Açò és Babel. Quan la diversitat de llengües apareix, la torre no pot seguir perquè no s’entén, la qual cosa vol dir que si tu vols construir una societat que funcione, cal que hi haja homogeneïtat social. I que per tant, tota forma de diversitat és patològica. Per açò crec que el discurs de Babel és una de les primeres manifestacions culturals de la concepció de la diversitat com a patologia. El Dret posa fora als que són diferents, diferents dins del grup social.



Tornem al diferent, a la por a la diferència

¿Diferents? ¿Qui són els primers diferents? Les dones. Les dones no poden pertànyer al nucli comú. Diferents són, en un altre sentit, els xiquets, i diferents, són, sobretot, els estrangers que han de ser bàrbars o ser assimilats. I clar, la diferència, és açò. El primer paper del Dret és lluitar contra la diferència com a factor de feblesa social. No obstant açò, en la mesura que evolucionen l’ordre social i polític, comença a advertir-se que la diversitat és riquesa que correspon al lliure desenvolupament dels éssers humans, i aleshores, el Dret, en lloc de llançar la diversitat, ha de ser guardià de la diferència. Però guardià de la diferència no en el sentit negatiu de mantenir a cadascun en el seu lloc, sinó saber com, des de la diferència i sense fer perdre la diferència, sense fer passar a la gent per l’assimilació, la mutilació, l’autoextranyament, la victimització que els separa dels normals. El Dret és una eina que construeix la igualtat des de la diversitat i, per tant, no confon igualtat amb homogeneïtat ni diversitat amb patologia, sinó que entén que la igualtat és una resposta normativa complexa per a tractar una realitat que és la diversitat com a expressió de l’autonomia personal. Jo diria que aquesta part del Dret com a guardià positiu de la diferència és molt recent i estem encara en procés de construcció d’un model igualitari des de la diferència i no des del sacrifici de la diferència, perquè la major part de la trajectòria històrica del Dret ha sigut el contrari. Ha sigut per a dir: “Atenció, ací hi ha un diferent. El tanque en una presó, el llance extramurs, pose una frontera, el tanque en una institució perquè no és normal, és boig”.



O malalt.

Aquest tractament patològic, el boig com a perillós, es tot justament una crítica que Foucault va a explicar amb molta claretat,. Jo diria que el Dret, en la mesura que construeix normes generals, té una enorme dificultat per a gestionar la diversitat. Els professionals del Dret tenim una enorme dificultat per a gestionar la diversitat, perquè el que volem són classificacions senzilles i contundents, que són les que ens permeten solucionar els problemes socials. Aquesta persona la col·loquem en aquesta categoria que té aquest tractament jurídic i s’ha acabat. En canvi dir que les categories són construïdes, que les categories són fràgils i que, a més, deuen ser redefinides i reformulades, i que han de tenir en compte la llibertat del desenvolupament individual, que per definició resisteix a la categorització, fa que el Dret es trobe fóra de joc. Jo crec que un dels problemes que té la nostra cultura jurídica és que és una cultura molt pegada a l’homogeneïtat i a la classificació en la que la diferència és tantes vegades científicament patologizada. Aquest és, al meu parer, un problema molt greu.



¿És més important educar en diversitat o en igualtat?

Jo respondria que és més important entendre que la igualtat no és homogeneïtat. Que el valor de la igualtat és molt important, però que no és sinònim d’homogeneïtat, i que aquesta igualtat que tracta a tothom igual ha de ser corregida, com va fer Aristòtil, amb una regla de justícia que primer va ser distributiva i després fonamental. Tenia un element corrector com en una rondalla de la regla de plom dels antics arquitectes de Lesbos, que és on resideix la noció de epikeia, que és la noció d’equitat en el sentit més complex de la paraula equitat. Hi ha gent que empra la paraula equitat com a sinònim de la igualtat, i açò és un error conceptual. La metàfora de la regla de plom dels arquitectes Lesbos és la solució per a mesurar les superfícies irregulars: les roques, les pedres, que tenen cavitats. Amb una regla de dues dimensions no pots mesurar superfícies irregulars. Però amb una regla de plom que es puga modelar sí que pots. Però al no ser una regle lineal ni bidimensional és difícil de conceptualitzar. Doncs, en contra del sentit quel la major part de la gent utilitza la noció d’equitat com a sinònim d’igualtat, hem d’utilitzar la noció d’equitat com epikeia, que és el nomenem equitat, i que no és igualtat. És la igualtat de l’irregularitat, la igualtat de la complexitat, la igualtat del diferent. No pots construir una noció d’igualtat per pura simetria bidimensional.

En la teua opinió, ¿una persona trans és un desafiament al sistema?

Jo crec que una persona trans és un desafiament a la manera en que el sistema tracta de construir i transmetre la realitat, perquè desmenteix els pressupostos del sistema. El que li resulta difícil d’entendre al Dret és com tractar al que és diferent. Açò és molt complex. Està tota aquesta teoria dels heterònims de Pessoa, que té a veure amb que nosaltres portem moltes ànimes dins i som molts jo i no solament un jo construït, segons el model fàcil del sistema: home, d’una classe, d’una ètnia, d’una edat, amb una tradició cultural. Som molts jo i l’exemple que es resisteix més a la voluntat homogeneïtzadora del sistema és l’exemple dels trans. Per açò és tan difícil. Des del punt de vista del Dret, i també de la transmissió de pautes culturals que és el que anomenen educació, però que és educació, sinó adoctrinament o ensenyament, aquesta imposició impedeix traure fora i desenvolupar el que un té dins, que és el que veritablement significaria educació. Per açò crec que els trans són tan incòmodes. Són un desafiament perquè impugnen és el propi sistema.



M’agradaria acabar preguntant-te si la transfobia és un delicte d’odi

Jo crec que és més greu que un delicte d’odi. Crec que és un delicte de no admissió de l’altre com a persona igual que tu. I, clar, açó és un delicte de negació de la condició de persona de l’altre, que és molt més greu que el delicte d’odi, perquè el que tu li estàs negant a l’altre és la condició de persona. Darrere de la transfobia el que hi ha és una zona de confort i comoditat que fa pensar que només és persona quella que em retorna la meua imatge com un espill. Açò, en el fons, és negar la condició d’humanitat i dignitat a l’altre. I açò és molt greu, perquè forma part del mateix procés de deshumanització de l’un altre que em nega la meua condició homogènia i hegemònica, que és el que hi ha darrere de tot esperit colonial, esclavista, imperialista i sexista. Les grans construccions de la discriminació de l’altre tenen en comú, en primer lloc, negar la humanitat de l’altre. Negar-li la condició d’ésser humà ple. Crec que la gent no és conscient d’açò perquè pensen que no s’està negant la condició d’ésser humà de l’altre. Clar que se li està negant, perquè li estan imposant una condició per al reconeixement de l’ésser humà que precisament nega a aquesta persona. I aquesta condició és la que em sembla profundament il·legítima, per açó em sembla gravíssima. Més greu que l’odi és la voluntat de no reconèixer a l’altre com un ésser humà ple. És el prejudici del patriarcat, del masclista que creu que només els homes són éssers humans plens. Estic d’acord en què la transfòbia quan es diu que la manifestació més evident i més visible és el delicte d’odi, però, insistisc, és molt més greu.  Ontològicament és molt més greu dir: “Tu no eres un ésser humà com jo”. Açò és més greu que odiar.

Ja estic a casa. Escolte l’àudio amb els ulls tancats. Com sempre que escolte al professor, les idees van esclatant espaiet dins del meu cervell. Fan clic-clic, clic-clic, i vaig notant perfectament com s’arredoneixen els conceptes i els pensaments prenen una forma més completa i s’omplin de més sentit. Com aquell dia que vaig aprendre en una conferència seua que no calia ser tolerant amb una altra persona, què la tolerància inclou una relació de superioritat d’una persona sobre una altra. La tolerància està bé per a l’espai privat, però, a l’espai públic, a la col·lectivitat, el que cal és promoure i lluitar per la igualtat. M’agrada molt la paraula igualtat des d’aleshores. M’agrada trobar les paraules adequades que esculpeixen la realitat. Avui m’he enamorat per complet del terme diversitat. Ja ho estava des de la primera pàgina del llibre, però l’he redescobert. Ara entenc millor d’on ve la diversitat, quin significat té, i quina càrrega històrica portava damunt. I això em dóna més eines per defensar-la, explicar-la i ser capaç de transmetre-la millor. Sí, definitivament, avui també ha sigut un gran dia gràcies a aquest projecte.