FEDERALISTAS EN EL SENADO, Cartelera Turia, 31 de mayo de 2019

La sonrisa que nos pintó a muchos la elección de Manuel Cruz como presidente del Senado no es la del ingenuo, ni tampoco (sólo) la del amigo. Sé que habrá quien lo considere un gesto tacticista del PSOE, de Pedro Sánchez, de cara a Catalunya. Incluso los hay que lo interpretarán en clave de esa corriente subterránea (nunca faltan los amantes de la explicación conspiranoica) que circularía entre Moncloa y la sede de ERC, con apeaderos en la sede del PSC y en Lledoners. Por mi parte, no excluyo que la propuesta de dos “federalistas” para presidir Senado y Congreso pueda tener que ver con esa intención simbólica, aunque desde ERC -no digamos desde otros sectores del secesionismo- niegan con énfasis cualquier efecto positivo.

Más bien, como el propio Manuel Cruz, soy de los que piensan que, para los independentistas, su peor adversario es el federalismo. Por eso, como advirtiera ya en su momento el exhonorable y siempre astuto Jordi Pujol, le aplicaron la receta del ninguneo, la indiferencia, cuando no la ridiculización. El federalismo ha aparecido así, en medios independentistas y en sus voceros, como algo exótico, un perro verde, o una pantalla pasada.  Baste recordar el duende vestido de verde que acompañaba a Pere Navarro en los mordaces episodios de Polonia. Y aún más aparece como enemigo (peor que adversario) el federalismo vinculado a un proyecto de izquierda, que desborda por supuesto el ámbito partidista del PSC, como lo muestra la existencia de Federalistes d’Esquerres, entidad cuya creación impulsó el propio Manuel Cruz en 2012 y que llegó a presidir entre 2013 y 2016.

Si alguien se toma la molestia de leer o escuchar sus intervenciones                                                   en la web de esta plataforma (federalistesdesquerres.org/es/), en su blog <filósofo de guardia> (https://blogs.elconfidencial.com/espana/filosofo-de-guardia/), por no hablar de artículos y libros en los que ha abordado el desafío territorial y político que plantean el encaje de Cataluña y el país vasco en el modelo constitucional del 78, puede entenderse sin dificultad en qué consiste la propuesta federal según Manuel Cruz.

En un artículo publicado en 2016 con el título “La fraternidad como política” ( https://elpais.com/elpais/2016/04/28/opinion/1461847617_494506.html), propuso como tal el alma del federalismo, que pretende “universalizar la igual libertad republicana…porque el nervio de la fraternidad es que los fraternos se traten entre sí como iguales”. Es lo que ha vuelto a explicar de forma muy convincente, a mi entender, en su discurso del 21 de mayo, con ocasión de la apertura de la XIII legislatura en el Senado (se puede leer aquí: http://lucasfra.blogs.uv.es/2019/05/22/discurso-del-presidente-del-senado-manuel-cruz-en-la-sesion-constitutiva-de-la-xiii-legislatura-21-05-2019/). En él insistió en las dos dimensiones del federalismo, la del reconocimiento de la significación política propia del estatuto político de los federados, y la de la cooperación y lealtad de éstos con los demás y con el marco del Estado federal (la Constitución). Unión en la diferencia, como pretende el lema europeo. Por eso, los europeístas coherentes han de ser, a mi juicio, federalistas. Y eso explica la satisfacción de federalistas dentro del PSOE, como Ximo Puig o Miquel Iceta, y también fuera de él: por ejemplo, perdonen el atrevimiento, quien suscribe.

Creo que no hay mejor reto para el Senado que tratar de poner letra y números a esa apuesta federal. Y lo concretaré con las palabras del propio Manuel Cruz: que el Senado se convierta “ en parte de la solución a los desafíos que enfrenta nuestro modelo territorial… donde se busquen soluciones al reto demográfico o a la despoblación de gran parte de nuestro territorio…donde se debate y diseñe un nuevo sistema de financiación autonómica y local, que garantice la prestación de unos servicios públicos dignos, que colmen las necesidades de los ciudadanos y las ciudadanas de España sin importar donde vivan”. Y eso, con el talante -tomado el término en serio- que sugieren las Meditaciones de Marco Aurelio, “no hacer manifestación ni de la cólera ni de ninguna otra pasión, sino ser al tiempo el más impasible y el más afectuoso”. A trabajar.

UNA ESPERANZA PARA EUROPA. ANTE LAS ELECCIONES EUROPEAS (Infolibre, mayo 2019)

Rara vez un acto institucional emociona. Como mucho, uno espera que sea breve, que no se repitan demasiados tópicos y que, con suerte, quizá aparezca alguna idea…Sin embargo, tuve oportunidad de asistir al acto institucional por el día de Europa que se celebró el pasado día 9 de mayo en el Palau de la Generalitat valenciana, organizado por la Delegación del Consell para UE que dirige Joan Calabuig y debo reconocer que consiguió emocionarme y me ha hecho pensar. La clave, a mi entender, estuvo en el acierto de centrar ese acto en las intervenciones de profesores y, sobre todo, de las chicas y chicos, estudiantes de algunos de los IES y Colegios que forman parte del programa de centros educativos Embajadores de Europa.

En sus intervenciones, ofrecieron -a mi juicio- un ejemplo de compromiso crítico y exigente con una Europa fiel a sus valores. Así, defendieron la prioridad de la causa por la sostenibilidad del planeta, en línea con la iniciativa Fridays for Future que ha puesto en marcha la adolescente sueca Greta Thunberg. Porque no quieren heredar un planeta degradado, al borde de la sexta extinción, como ha denunciado el recién publicado informe de la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés: https://www.ipbes.net/news/Media-Release-Global-Assessment), dependiente de la ONU. Un informe que subraya que nos encontramos ante un declive sin precedentes, con un  riesgo  acelerado de extinción que afecta a más de un millón de especies, resultado en gran medida de lo que se ha dado en llamar <Antropoceno>, ligado indiscutiblemente al avance de un insaciable modelo de capitalismo depredador.  Pero también alzaron su voz para reprochar una Europa indiferente a la solidaridad, a las obligaciones con los refugiados, a un trato más justo en la acogida de los inmigrantes: nos recordaron la necesidad de una Europa de acogida, de inclusión solidaria y plural. Una Europa digna de la herencia de la mejor tradición de los humanistas, entre los que resonaron los nombres de dos valencianos. Uno, el gran Gregori Mayans, explícitamente invocado por los alumnos del centro que lleva su nombre, en Oliva y que se hicieron eco de esa manifestación europeísta que llena la correspondencia de Mayans con intelctuales de otras naciones europeas (de  Muratori a Voltaire, de Pereira a Meerman, de Walch a Plüer). Y todo ello desde su profunda admiración por el granhumanista valenciano, Juan Luis Vives,al que no podemos entender sin el intercambio intelectual con otros dos grandes europeos, Erasmo y Tomas Moro.

Estos jóvenes ofrecieron también un sintético repaso por elementos básicos de las instituciones europeas, a través de sencillas preguntas y respuestas que demostraron un grado de conocimiento que ya quisiera que alcanzaran los adultos convocados a votar el próximo 26 de mayo.

En suma, ejercieron tres rasgos que, a mi juicio, son los que mejor describen el alma europea, si es que podemos hablar así. Ante todo, la razón crítica. Porque si Europa tiene un rasgo es éste, la capacidad de criticar -desde el ejercicio abierto de la razón-, lo que le ha llevado tatas veces a romper con su propio legado, con elementos que parecían rasgos claves de su identidad: esa es la tarea que impulsan el humanismo, la Ilustración. La segunda, la defensa orgullosa de la diversidad: a diferencia del lema estadounidense (e pluribus unum), el lema europeo no propone reconducir la pluralidad a la unidad, sino que subraya que su fuerza está precisamente en esa pluralidad (unidos en la diversidad). Por eso, la insistencia en los derechos de los otros. Y, precisamente por esa comprensión de la diversidad, aparecía un tercer rasgo en sus intervenciones, la permanente insistencia en la exigencia de avanzar en una sociedad de mayor igualdad e inclusión.  Es decir, en recuperar el modelo de la Europa social

Me parece que todo ello es una estupenda lección justo ahora, cuando crecen movimientos y partidos que se caracterizan por un antieuropeísmo de fondo, que actúan inspirados por una lógica de exclusión que nos propone el regreso a sociedades cerradas, a modelos impuestos de homogeneidad. Una Europa que deja en los márgenes, desde la indiferencia y el desprecio, a quienes no respondan a su modelo del individualismo de éxito: parados, ancianos, enfermos, dependientes, pensionistas, pobres, jóvenes sin empleo, inmigrantes, minorías nacionales, culturales…Una Europa para la que los derechos de las mujeres aparecen como peligrosas amenazas para un statu quo que no puede ocultar su modelo patriarcal. Una Europa que proclama ya sin disimulo los viejos mensajes del racismo y la xenofobia. Una Europa en la que la insistencia en la cohesión (“lo nuestro, nosotros, primero”) responde a las peores razones: el miedo y el odio.

La palanca para responder a esa crítica es, ante todo y a mi juicio, reivindicar lo que constituye la columna vertebral del proyecto europeo, que es el Estado de Derecho, la igual garantía de los derechos como objetivo primordial de la democracia. El imperio de la ley, del Derecho, ante el que todos debemos ser iguales en derechos y deberes. La independencia judicial y el control de todos los poderes, los institucionales y los fácticos, donde el papel de la libertad de expresión es crucial. Esa es la Europa por la que vale la pena votar el próximo día 26.  Porque no debemos defraudar a estos jóvenes que son nuestra esperanza. Porque debemos dejarles claro que hemos aprendido su lección.

 

 

 

 

 

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL SENADO, MANUEL CRUZ, EN LA SESIÓN CONSTITUTIVA DE LA XIII LEGISLATURA (21.05.2019)

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE.

(Núm. exp. 521/000001)

            El señor PRESIDENTE: Buenos días. Bon dia. Bos días. Egun on.

            Señorías, expresidentes del Senado, autoridades, señoras y señores, permítanme comenzar estas palabras dándoles la enhorabuena por su elección como representantes en esta Cámara, el Senado de España, y les agradezco su confianza al elegirme para que sea yo quien la presida durante la legislatura que arranca con esta sesión constitutiva.

            Daré por buenos los muchos o pocos méritos que haya podido adquirir a lo largo de mi vida académica y política si desde aquí, desde esta posición en la que tan generosamente me han situado hoy, contribuyo a la cohesión social y territorial de España, fin este último especialmente relevante para esta Cámara. Ese es mi mayor anhelo compartido –estoy convencido- con todos ustedes. Presidir el Senado de España es una responsabilidad y un privilegio que no esperaba, como ustedes no ignoran, pero si algo me propongo para estos próximos años en la Cámara Alta es que miremos todos hacia el futuro.

            La elección de esta presidencia y sus circunstancias nos ofrecen una oportunidad, la de recordarnos con claridad la urgencia de recuperar el funcionamiento normal y eficaz de las instituciones de representación en todo el país, la de abandonar todos y todas la tentación de su uso partidista e interesado. El daño y el desprestigio que nacen del debilitamiento de las instituciones no lo sufren en exclusiva uno u otro partido, una u otra administración. Las que se resienten son la convivencia, la estabilidad y la salud de nuestra democracia. Esa es una elección que no podemos permitirnos volver a olvidar. Les confieso que yo no me permitiré olvidarla. Soy una persona comprometida, y no soy ni equidistante ni indiferente. Comparto con el grupo y el Partido Socialista una forma de ver y entender la realidad que trasciende la figura de la militancia y también comparto un mismo compromiso con los valores de la solidaridad y la convivencia. Es a esta formación, a su Ejecutiva y a su grupo parlamentario, a los que, en primer lugar, quiero agradecer la confianza que han depositado en mí al proponer mi candidatura para presidir esta Cámara.

            Señorías, vivimos una era de cambios y perplejidades. A medida que el tiempo histórico se ha acelerado, se ha desdibujado el horizonte moral y material de nuestras sociedades. Con demasiada frecuencia, esos cambios abruman y provocan inseguridad. Para muchos ciudadanos y ciudadanas, el futuro ha acabado por relevarse como el más inoperante de los sueños, y en esa circunstancia, el deber de las instituciones, y con ellas el de este Senado, ha de ser el de reforzar su solidez y su eficacia para luchar así en pos de nuevas certidumbres y esperanzas, y eso, en democracia, se construye a través del diálogo, el debate y, finalmente, el acuerdo. Me propongo luchar para que así sea desde la consideración que me merecen todas sus señorías y los distintos territorios y posiciones ideológicas que representan. Desde la palabra y el respeto al marco constitucional, todas las ideas y proyectos políticos son legítimos y merecen ser reconocidos, escuchados y debatidos. Eso es algo más que la función esencial de cualquier Parlamento. Es el corazón mismo de la democracia. Honrémosla. Tengamos presente que aquello que todo lo explica, nada explica en realidad y que siempre habrá en la palabra del otro al menos un rastro de provechosa verdad.

            Señorías, tengo la convicción moral y personal de que la España de las autonomías ha sido un gran acierto en términos históricos y políticos. España ha progresado con la apuesta por la descentralización, anclada en nuestro marco constitucional, no solo en las comunidades y ciudades autónomas, sino también en una pieza fundamental de nuestro diseño institucional, como los ayuntamientos. En muchos de ustedes concurre esa doble condición: alcaldes, alcaldesas o concejales y miembros de esta Cámara.

            Esta presidencia comparte con las presidencias anteriores el reclamo de una reforma del Reglamento y de la misma Constitución Española para que este Senado se convierta, por fin, en lo que originalmente se quiso que fuera, una Cámara centrada en el diálogo entre distintas administraciones del país y en la atención y el impulso de la cohesión territorial de España, capaz de incidir en el buen funcionamiento de un Estado altamente descentralizado como el nuestro y mejorando las herramientas de cooperación entre los distintos niveles de Gobierno, nacidos de la arquitectura institucional que emana de nuestra Constitución.

            Pero, señorías, con la misma determinación con que abogo por dichas reformas, tan largamente demandadas, les anuncio que no esperaré a que estas lleguen para hacer del Senado una auténtica cámara territorial influyente, cuestión esencial e insoslayable para debatir y construir el futuro inmediato de España y de sus nacionalidades y regiones, una Cámara donde se busquen soluciones al reto demográfico o a la despoblación de gran parte de nuestro territorio, donde se reúna con la asiduidad necesaria la conferencia de presidentes y donde el Gobierno rinda cuentas cuando así se le demande y también donde se debate y diseñe un nuevo sistema de financiación autonómica y local, que garantice la prestación de unos servicios públicos dignos, que colmen las necesidades de los ciudadanos y las ciudadanas de España sin importar donde vivan. Permítanme citar al recientemente desaparecido Javier Muguerza para decirles que lucharé por ello con esperanza, sin esperanzas y aún contra toda esperanza.

            Bien saben ustedes que no todo es cuestión de voluntad política, pero algunas cosas sí dependen enteramente de ella. Les pido confianza, complicidad y buena voluntad para convertir esta Cámara en parte de la solución a los desafíos que enfrenta nuestro modelo territorial. Les pido altura de miras para otear un horizonte lleno de incertidumbres, pero también de oportunidades, pensando más en las generaciones futuras y no solo reparando las urgencias inmediatas. El Senado tiene que abrirse aún más a esta era de transformaciones y apelo a  la ayuda de todos, pero con especial insistencia a los senadores más jóvenes que se han incorporado en estas últimas legislaturas. Entre todos debemos conseguir que su generación vea en este Senado una Cámara cómplice y efectiva en la solución de sus problemas y en la materialización de sus esperanzas.

            Señorías, estoy seguro de que gran parte de la solución a la situación territorial de España dependerá de lo que seamos capaces de hacer en esta Cámara durante estos cuatro años. Seamos todas y todos conscientes del momento que inauguramos aquí y ahora. Nuestra complejidad como país es también nuestra riqueza, y el Senado tiene que ser su expresión más clara y genuina. Debemos amar España por lo que es y no por cuánto se parezca al molde en el que nos gustaría que encajara. Nuestro país es diverso y plural, pero eso no implica que deba ser ni problemático ni disfuncional territorialmente. Para ello necesitamos instituciones abiertas, cercanas e inclusivas, capaces de ampliar su perímetro y abarcar más formas de ser, de pensar y de sentirse, instituciones como un Senado que no solo no eluda sino que fomente los debates en los que más nos jugamos nuestras certezas, nuestros miedos y nuestros anhelos como país y como ciudadanos y ciudadanas y que tome partido también en las grandes causas de nuestro tiempo, con especial significación en la lucha contra el cambio climático, la construcción europea, la igualdad entre hombres y mujeres y la lucha contra la intolerable violencia machista. El Senado, como cualquier otra cámara, analiza, debate y decide sobre aspectos materiales de nuestro día a día medidas políticas que buscan aumentar nuestro bienestar y nuestro progreso de una forma tangible y directa, mejoras que se pueden medir con cifras, como la riqueza, el crecimiento o la tasa de empleo. Pero el Senado, como las demás cámaras, defiende también valores e ideas igual de esenciales para una vida plena y digna, cuestiones intangibles que nos constituyen como ciudadanos libres e iguales en democracia y a las que no podemos renunciar sin traicionarnos a nosotros mismos, conceptos como la tolerancia, el diálogo y el valor supremo de la convivencia.

            Señorías, la composición de esta Cámara nace de la libre expresión de la ciudadanía a través del voto que determina el peso numérico de cada grupo, pero yo les invito a mirar más allá de lo que dicta la mera aritmética parlamentaria, a que entre todos y todas tengamos la valentía de explorar consensos allí donde presumimos una negativa de partida, a que, en definitiva, seamos capaces de hacer valer de forma prioritaria el peso de los argumentos y de las razones, porque, honestamente, importa más el punto de destino, el consenso al que podamos llegar, que la negativa implícita en el punto de partida en el que se ubica cada cual. Permítanme, en consecuencia, dirigirme en primer lugar a las formaciones que durante más tiempo han estado presentes en esta Cámara. Señorías, adquiero desde hoy un compromiso personal con sus formaciones, el de que sus voces no pierdan el peso que les corresponde, que se sigan escuchando como merecen los argumentos de todas las fuerzas políticas sin las que no es posible comprender la España democrática. Cuando de construir un futuro mejor para una España más cohesionada se trata, ningún argumento sobra, tampoco los de las nuevas formaciones políticas que han obtenido presencia en esta Cámara en las últimas legislaturas, a las que hago extensivo este compromiso, nuestras razones y nuestras fuerzas tienen un cometido que cumplir, eso es, además, lo que los ciudadanos esperan de nosotros. Por mi parte, encaro el privilegio de esta Presidencia con unas palabras de un clásico latino como guía que espero ayuden a ese propósito. Decía el clásico: No hacer manifestación ni de la cólera ni de ninguna otra pasión, sino ser al tiempo el más impasible y el más afectuoso. Pues bien, es este un propósito de cercanía y de colaboración que extiendo a todas y todos los trabajadores de esta casa, sin su excelente labor la nuestra como senadores no sería posible, y quiero que sepan que las puertas de esta Presidencia estarán abiertas siempre a sus inquietudes.

            Antes les hablaba de la necesidad de reconstruir entre todos horizontes de certezas y esperanzas, la confianza en las instituciones democráticas e incluso en nuestras posibilidades como ciudadanos libres aún no se han repuesto plenamente de una década de desencanto. Desde ese punto de vista, trabajar por el prestigio, el fortalecimiento y el buen funcionamiento de las instituciones no es solo una exigencia moral, es un deber que contraemos con la propia democracia. Por eso, con humildad y agradecimiento, les convoco a iniciar una nueva etapa en el Senado de España que no olvide el pasado que nos constituye pero que mire hacia el futuro, porque, igual que tenemos derecho a reclamar el cumplimiento de las viejas promesas, también lo tenemos de fundar otras nuevas.

            Moltes gràcies, moitas grazas, esquerrik asco, muchas gracias. (Fuertes aplausos de toda la Cámara con algunos senadores puestos en pie).

            Señorías, en este acto el Senado ha quedado definitivamente constituido. De conformidad con el artículo 14 del Reglamento de la Cámara, esta Presidencia lo comunicará oficialmente a su majestad el rey, al Congreso de los Diputados y al Gobierno, así como a las asambleas legislativas de las comunidades autónomas.