¿Que significa hoy luchar por el Derecho? Conferencia inaugural Nau Gran UV, 7 octubre 2025

(I)

El título de esta conferencia, “Sin lucha por los derechos no hay justicia posible”, coincide con el lema que escogimos para el Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València (IDHUV) hace 20 años, en el momento de su fundación, un lema que tomamos del gran jurista del siglo XIX Rudolf Jhering: “nunca, ningún derecho se ha conseguido sin lucha”.

Quizá alguno de los presentes vincule este argumento con las manifestaciones que se están viviendo en estos días a propósito de la necesidad de parar la masacre, los crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra, tan graves como el genocidio, que vivimos en Gaza desde que hace hoy dos años, el 7 de octubre de 2023, la organización terrorista Hamás cometiera a su vez espantosos crímenes en Israel que costaron la vida a más de 1200 personas y además mantuviera hasta hoy mismo como rehenes a varios centenares de israelíes. Por su parte, lo sabemos, la población palestina ha sido asediada por hambre, bombardeada y arrasada, con miles de niños y mujeres como víctimas.

Pues bien, las movilizaciones a las que estamos asistiendo, con mayor fuerza aún desde el episodio de la flotilla, son, en efecto, un ejemplo de esa lucha por los derechos de la que les quiero hablar. Pero no el único, ni el más importante quizá…

Estos son tiempos de gran incertidumbre que algunos, enfatizando una perspectiva que más que realista calificaré de pragmática, señalan como el fin de las esperanzas en un mundo más civilizado, esas esperanzas que surgieron tras 1945 con la fundación de la ONU y se renovaron en 1989 con la caída del muro, que parecía afirmar el comienzo de un orden multilateral, el fin de la política de bloques, una era abierta a la negociación y a la paz. En suma, un orden de relaciones internacionales en el que la razón del Derecho imperase sobre la razón de la fuerza, sobre el nudo ejercicio del poder

Lo cierto es que esas expectativas se frustraron en gran medida en 2001 con ocasión de los atentados de Al Qaeda que, como dijo el entonces alcalde Giuliani, «nos hicieron entrar en el siglo XXI por las puertas del infierno», y no han cesado de disminuir, como advirtió el canciller Scholz en el famoso discurso pronunciado pocos meses después del comienzo de la invasión de Ucrania por Rusia, el 27 de febrero de 2022, en el que advirtió que entrábamos en un punto de inflexión de los que marcan una época, un Zeitenwende. Sólo nos faltaba la voluntad decidida de Putin y, sobre todo, de Trump, de volver al marco de las relaciones de fuerza.

Para muchos, es el momento de alejar cualquier esperanza puesta en la política y volver -quien pueda- a su jardín privado a la lucha particular por mejorar su propia vida.

Yo no me sumaré a ese mensaje. Como ha puesto de manifiesto recientemente mi compañero y amigo, el profesor Manuel Cruz, en un estupendo libro que es mi primera recomendación de lectura, Resabiados y resentidos: el eclipse de las ilusiones en el mundo actual (Galaxia Gutenberg, 2025) precisamente porque vivimos entre escombros nos toca pensar entre escombros y actuar. Quiero dedicar esta oportunidad que me han brindado los organizadores de la Nau Gran al pronunciar esta conferencia inaugural, para proponerles dos asuntos:

En primer lugar, quiero exponer lo que creo que son buenas razones para implicarse en lo público, en lo común, mediante esa lucha por los derechos. Ofrecer razones para otra dimensión de esa vida activa que, por lo demás, es el motor de todos Vds para participar en el proyecto de la Nau Gran. Porque Vds y yo estamos aquí porque queremos hacer algo más que disfrutar de las bondades del hogar. Les propondré tres razones

En segundo lugar, les hablaré de cómo se puede entender en la práctica la lucha por los derechos, hoy.

Y para eso, les recomendaré media docena de lecturas y también algunas películas…

 

(II)

Vamos primero con esas tres razones:

La primera razón que justifica recurrir a la lucha por los derechos es que se trata de un deber que nos concierne a todos como ciudadanos: a todos nos concierne luchar por la garantía efectiva de los derechos que hemos adquirido, porque, si dejamos esa garantía en manos de otros, de los “políticos”, de los “expertos”, tenemos un grave riesgo de perderlos. Me referiré ante todo a lo que llamaré «la lucha por el Derecho», que se concreta en la defensa del Estado de Derecho, que estoy convencido que es nuestra tarea primordial. En realidad, esto parte de una concepción del Derecho algo distinta de lo habitual. Solemos ver el Derecho como un fenómeno externo, ajeno, una manifestación del poder y eso explica el tópico de intentar mantenerse en lo posible fuera de su alcance (en cierto modo, es lo que expresa el dicho «tengas pleitos y los ganes»).

Pero el Derecho propio de una sociedad democrática no es eso: en una sociedad democràtica, el Derecho es lo que los ciudadanos deciden que sea, bien es verdad que a través de sus representantes (y sólo a veces, en forma directa: referéndum, iniciativas legislativas populares). En una sociedad democrática el Derecho no es sólo la manifestación del poder y desde luego, de un poder ajeno: es la manifestación de nuestroa voluntad y de nuestro poder, el de los ciudadanos, que nos convertimos así en los verdaderos «señores del Derecho». Por eso el Derecho de una sociedad democrática se aproxima a lo que los ciudadanos consideramos mayoritariamente no sólo como útil para regular nuestros intereses, nuestras necesidades, nuestra convivencia, sino también como justo. Y por eso, somos los ciudadanos los que debemos servirnos de él, lo que implica vivirlo como algo propio, luchar por lo que es nuestro: así entiendo lo que les propongo como lucha por el Derecho.

Esta tarea de implicarnos en lo que tiene que ser nuestro Derecho, y así acercarlo a lo que entendemos como justo, afecta de modo a la generación a la que pertenecemos buena parte de Vds y yo, nuestra generación, que contribuyó a instaurarla en nuestro país y que no puede resignarse a verla desaparecer por un sumidero. Algo de esto es lo que proponía el Secretario General de la ONU, en su discurso de apertura a las actividades en torno a la Asamblea General de la ONU en 2025, cuando se cumplen 80 años de su fundación, cuando dijo: “Strength of United Nations lies in people ‘who refuse to give up’ (“La fuerza de las Naciones Unidas reside en las personas que se niegan a rendirse)”. Es nuestro primer deber si tomamos en serio lo que significa ser ciudadanos. Y eso exige de nosotros lo mejor que tenemos: nuestro tiempo, porque nuestro tiempo es una herramienta muy poderosa, si lo ponemos en común con el tiempo de otros. Eso es lo que en buena medida los señores del mercado no quieren, quieren que dediquemos nuestro tiempo a banalidades, a consumir, a satisfacer lo que nos presentan como necesidades y que nos encierran en un yo pasivo, y aislado de los demás…Como en la canción de Nacho Vegas,  Runrún (2014), hay que responder  «nos quieren en soledad/nos tendrán en común». Por eso la segunda recomendación de lectura: si no lo han leído, lean a Stephan Hessel, ¡Indignaos! (Destino, 2011 con prólogo de J l Sampedro).

La segunda es que, cuando hablo de lucha por el Estado de Derecho me refiero ante todo a la lucha por la garantía de los derechos y entre esos derechos no se encuentran sólo nuestras libertades individuales y los derechos sociales, de los que disfrutamos, pese a todo, en unas condiciones que hacen de la UE y de España un lugar de privilegio en comparación con el resto del mundo. Están también y sobre todo derechos que afectan a lo que es común a todos, comenzando por nuestros hijos y nuestros nietos: la paz y una vida sostenible como primeros ejemplos. En ese sentido, les propondré una tercera recomendación de lectura: lean a un jurista italiano, Luigi Ferrajoli, que ha propuesto iniciativas muy concretas en un libro relativamente reciente, Por una Constitución de la tierra, que no es un libro para juristas ni profesores de Derecho, sino para todos los ciudadanos.

A esos efectos, y esta es la tercera idea, me parece muy importante no sólo saber plantarse y decir no, esto es, resistir, sino hacerlo de forma activa y positiva. Es decir, no sólo no resignarse, pero tampoco sermonear, con la actitud de eterno reproche que se supone propia de la tercera edad, ante lo que están haciendo las generaciones de ahora, sino saber proponerles objetivos e implicarlos en su defensa. Por eso, creo que hoy, como nunca, valen las palabras de Camus en el discurso de recepción del nobel de literatura, en 1960, sobre la tarea de nuestra generación: “Cada generación sin duda, se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe que, sin embargo, no lo hará. Pero su tarea quizá sea más grande: consiste en impedir que se deshaga”. Y por eso, la cuarta recomendación de lectura: lean La peste, o El hombre rebelde (biblioteca Camus, Alianza).

 

(III)

Ahora bien, la lucha por los derechos puede adoptar muy distintas modalidades. Les hablaré de tres modalidades que a su vez pueden ser ilustradas con tres referentes clásicos, que parten del mismo motor, la rebelión contra el sentimiento de lo injusto y que son ejemplo de cómo la literatura inspira al Derecho. Primero, tres mujeres: Antígona (Sófocles), Lisistrata (y su compañera la espartana Lampito, las protagonistas de la obra de Aristofanes, Lisistrata, en la que las dos mujeres deciden una huelga de sexo para acabar con la guerra) y añadiré dos personajes cinematográficos, una mujer, Qiu Ju y un abogado, Atticus Finch.

Pero antes, he de referirme a otro personaje literario, un hombre que simboliza la vía de la violencia en la lucha por los derechos: Michael Kolhass, el protagonista del relato homónimo de von Kleist que les recomiendo leer), que a su vez dio lugar a la obra de Jhering, La lucha por el Derecho.

(1) Comenzaré por la vía que simboliza la historia de Kolhass

Michael Kolhass es el ejemplo del riesgo que expresa el aforismo summum ius suma iniuria…la paradoja de un comerciante honrado que, frustrado en su creencia de alcanzar justicia por la vía del Derecho, desembocará en la venganza y la violencia, en la rebelión a sangre y fuego como respuesta a la injusticia. Tras sufrir la confiscación de sus caballos y el maltrato a los mismos por parte de los sirvientes de un despótico barón, acude a los tribunales, porque confía en las leyes y en los tribunales de justicia, pero ve desestimada su petición por la influencia del barón. Tras la muerte de su esposa, provocada por un ataque de los sirvientes del barón, Kohlass, decide hacer justicia por su mano y lidera una revuelta contra el barón que se extenderá a toda la provincia, una rebelión contra las autoridades y contra el propio sistema legal. Es la vía de la violencia.

Hay otras dos vías en la lucha por los derechos, y para ilustrarlas recurro, como he dicho, a personajes -sobre todo, femeninos- de la literatura y del cine

(2) La lucha por los derechos puede ser ilustrada también mediante una segunda vía, la de quien insiste tozudamente en la lucha mediante las armas que ofrece el Derecho, luchando ante los tribunales. No me refiero a ese de «don erre que erre» (la película de Paco Martínez Soria), el busca pleitos, sino que lo ilustraré con la historia de otra mujer, que tomo también del cine: la protagonista de la extraordinaria película que dirigió el gran cineasta chino Zhang Yi Mou en 1992: Qiu Ju, da guansi (Qiu Ju va a la corte), que se estrenó en España como Qiu Ju una mujer china, la historia de persecución de la justicia por parte de una campesina que quiere justicia contra el líder local que ha apaleado a su esposo, que es a la vez una visión sobre la China de Den Xiao Ping. Fue León de oro en Venecia en 1992 y la magnífica y bellísima actriz Gong Li (protagonista de otras películas como Sorgo rojo, La linterna roja o Adiós a mi concubina), ganó la copa Volpi por su papel. Se la recomiendo

Esa tozudez por luchar ante los tribunales, incluso aunque uno sepa que está perdida la causa o, mejor, precisamente porque alguien la tiene que defender es lo que ilustran una maravillosa novela y una espléndida película que muchos de Vds conocen, Matar a un ruiseñor, con ese arquetipo de ciudadano y jurista que es Atticus Finch, encarnado por Gregory Peck: por supuesto, recomiendo leer la novela y volver a ver la película.

(3) Y, en tercer lugar, con eso acabo, la lucha por los derechos puede recorrer una tercera vía, recuperar la idea de Antígona o Lisístrata, esto es, enfrentándose al tirano (Antígona), organizando una respuesta colectiva de mujeres (Lisístrata) y así desembocamos en la desobediencia civil como derecho de resistencia e instrumento para alcanzar la justicia. Lo he explicado en un libro de 2020, que es mi penúltima (e interesada) recomendación de lectura: Decir no: el imperativo de la desobediencia (Tirant, 2020). Antígona  y Lisístrata son la inspiración de los movimientos de defensa de los derechos civiles de los que son ejemplos diferentes Gandhi (recuerden el estupendo biopic Gandhi, la película de Richard Attenborough de 1983, con un inolvidable Ben Kingsley), Luther King, o los movimientos de desobediencia civil contra la guerra en Vietnam y la carrera nuclear, o el Rebellion Extinction, inspirado en el ecologismo, hoy.

No nos faltan causas: la lucha por la vida, y por el futuro de nuestros hijos y nietos, que es la lucha por el medio ambiente, por ejemplo, por el Mediterráneo

La lucha por la paz, por ejemplo en Gaza y no sólo en Gaza: de Yemen a Sudán, Etiopía, y tantos otros conflictos.

La lucha por la igualdad de derechos: entre hombres y mujeres, con la lucha contra  la violencia que sufren las mujeres como prioridad.

La lucha por la vivienda, sin la que nuestros hijos están condenados a un futuro más que precario

La lucha por la igualdad de derechos de los inmigrantes…

Una última recomendación de lectura: Giuliano da Empoli (La hora de los depredadores, Seix Barral, 2025) ha escrito un ensayo tan descarnado como de obligada lectura. En él describe los tiempos que nos esperan, los de la convergencia de dos tipos de depredadores que » sacan su poder de la insurrección digital y ninguna de las dos está dispuesta a tolerar que se pongan límites»: el populismo de los autócratas, aupado sobre los intereses de un puñado de empresarios de nuevas tecnologías cuya voracidad en el mercado es directamente porporcional al decaimiento d la democracia liberal y de las esperanzas en un orden global de las relaciones internacionales sujeto a reglas, Y sin embargo concluye con una receta: «la lucha continúa». En efecto, tenemos dónde escoger en la inacabable tarea de la lucha por los derechos.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *