Intervención en el debat de presentación del libro «El fenómeno migratorio en España. Reflexiones desde el ámbito de la seguridad nacional», DSN, Presidencia del Gobierno

 

Seis precisiones sobre la visión del actual fenómeno migratorio

Debo decir que, en principio, consideraba poco adecuada mi presencia en esta mesa, porque no soy sociólogo, ni demógrafo, ni antropólogo. Mi perspectiva es la de la respuesta ante el fenómeno migratorio, una perspectiva crítico normativa. El aspecto al que he dedicado más de 30 años de trabajo, de investigación, docencia y también de intervención social, es el del análisis crítico de los instrumentos jurídicos de las políticas migratorias y de asilo. De hecho, mi contribución en este libro es un capítulo que se titula “Migraciones y derechos humanos: una perspectiva jurídica”

Pero creo que no: sí que puedo aportar algo en esta primera mesa. Señalaré seis aspectos que me parecen condiciones sine qua non de un debate sobre las migraciones

El primero, recordar la necesidad de revisar la narrativa sobre las migraciones, porque en gran medida es una <narrativa tóxica>. Volveré sobre ello.

El segundo, evitar la dramatización o el ninguneo de la problematicidad del hecho migratorio, los dos polos habituales. Sobre todo, me inquieta esa constante en los documentos de estrategia de seguridad nacional que presentan las migraciones como amenaza cuando sería más adecuado hablar de inexorable factor de riesgo (las migraciones son una constante estructural de la historia de la humanidad, acelerada por las condiciones de la actual etapa de globalización), o mejor, de desafío a gestionar

El tercero, subrayar las novedades de la etapa actual de los movimientos migratorios (coincido con la caracterización que hace el GCM)

El cuarto, seguir pretendiendo que las migraciones son un asunto de soberanía nacional, desde la vieja concepción territorial (que, en realidad, como ha explicado W. Brown, es una coartada, en el marco de una política propia de la <democracia emocional> y del populismo) el fenómeno de la movilidad humana no está al alcance de ningún Estado: la Gobernanza ha de ser mundial o no lo será

El quinto, ignorar que las migraciones, por su carácter holista y global son res política que cuestiona las categorías básicas tanto en el orden internacional como en el interno: no se pueden solucionar con políticas laborales.

El sexto, la visión unilateral del modelo de Gobernanza, que siguen sosteniendo la inmensa mayoría de los estados destinatarios de los movimientos migratorios: imponer un modelo de gestión de las migraciones desde sus propios intereses de mercado y geoestratégicos

 

 

Lo nuevo en las actuales manifestaciones de movilidad humana

Vivimos una novedad decisiva: la de la toma de conciencia de nuevos rasgos de la movilidad humana, que en buena medida suponen la ruptura de la tradición migratoria, de nuestra representación tópica de las migraciones (por ejemplo, siempre en clave sur-norte, cuando empíricamente está demostrado que el volumen fundamental de la movilidad migratoria se produce en sentido sur-sur). Por no hablar de la relación entre las migraciones y el nuevo paradigma económico y social internacional que impone la dimensión tecnoeconómica de la etapa actual de proceso de la globalización (vs inmigraciones tradicionales).

En una palabra, las manifestaciones tradicionales de los movimientos migratorios están cambiando y desapareciendo. Recordaré dos de esos cambios:

* ahora y en el futuro, incluso inmediato, crecerán de forma muy relevante los desplazamientos migratorios relacionados directamente con los factores climáticos, que supera el número de las tradicionales. Migraciones sur-sur

* además, el cierre de mercado de los países desarrollados potenciará ineludiblemente las migraciones clandestinas en diferentes modalidades

¿Podemos hablar de nuevos rasgos de los movimientos migratorios entendidos cada vez más en su sentido amplio, las manifestaciones de movilidad humana, y sobre todo aquellas que debemos reconocer como forzadas, y no como expresión de una decisión libre, escogida sin condiciones que fuercen al proceso migratorio?

Creo que hay cierto acuerdo hoy en señalar al menos las siguientes características novedosas del fenómeno migratorio, en las que insiste el GCM

 

  • Carácter forzado y complejo: el porcentaje más amplio de esos desplazamientos responde a condiciones que obligan a salir del propio país y en sus trayectorias y objetivos suelen converger los que denominamos como “aspirantes a refugiados” (asylum seekers) y los migrantes forzados (en particular los relacionados con cambio climático). Son movimientos mixtos por diferentes razones, pero con rutas similares: lo comprobamos en la actual “caravana de migrantes” que desde Centroamérica trata de llegar a los EEUU y también en las rutas en Africa.
  • Masiva (por su número, por el amplísimo contexto común geográfico, social, económico: amenazas medio ambiente, desigualdad radical, carencia de expectativas de vida),
  • Potencialidad para poner en jaque la capacidad de los Estados nacionales para la acogida de esos movimientos. Eso tiene relación con la tendencia creciente a una respuesta punitivo-defensiva
  • Incremento de los elementos de riesgo por parte de los protagonistas de esas manifestaciones de movilidad humana. Frente a ellos, estamos debilitando el standard de derechos y de respeto al Estado de Derecho: muy precisamente estamos convirtiendo las fronteras en espacios de muerte y ausencia de derechos elementales.
  • La militarización simbólica, pero con efectos destructivos: la lógica de estigmatización y criminalización que borra en los migrantes su condición de sujetos de derechos y aun la existencia de un marco legal internacional. Lógica de internamiento y deportación

 

 

La lucha contra la narrativa tóxica

 El problema consiste, sobre todo en el uso político de las migraciones como vector en la competencia política interna en Europa.  La construcción jurídica, el vínculo social y político que les ofrecemos es demediado: no hay integración, porque no hay igualdad y porque se impone la aculturación como condición de reconocimiento de derechos, porque hay dos déficits de reconocimiento:

El primero, el del supremacismo del nosotros, tantas veces teñido de racismo, si no al menos de xenofobia.

El segundo, el menosprecio a esos otros  y a su cultura e identidad, entendidas como causa de retraso, de inferioridad… La consecuencia inevitable es la atribución a esos otros de un status precario, un sujeto siempre inacabado, provisional, desigual.

El extremo se produce con la perversión jurídica de utilizar ese Derecho, el derecho migratorio, como instrumento para naturalizar un estado de excepción permanente, como status jurídico propio de los inmigrantes, esto es, utilizar el Dereeho contra los derechos.

Todo ello se justifica desde la imposición de una narrativa tóxica sobre el fenómeno migratorio. toda política migratoria hoy, a mi juicio, debe comenzar por plantearse el marco simbólico de construcción del discurso migratorio. Y en este punto la primera dificultad es vencer lo que podríamos denominar el discurso tóxico sobre las migraciones: la presentación de los protagonistas de los desplazamientos migratorios como sujetos ajenos, diferentes, incompatibles con nuestro marco de necesidades, valores e intereses. Sujetos que suponen una triple amenaza: (1) laboral/económica, como competencia desleal en el mercado laboral; (2) Ejército de reserva de la delincuencia; (3) Invasores culturales que rompen con la identidad cultural específica, propia.

Hay quien trata de encontrar los antídotos frente al resentimiento y al odio como motores sociales, en las posibilidades de educar y aun de institucionalizar la empatía y de la cooperación, también de noble tradición filosófica. Por supuesto que me sumo a esos proyectos de garantía de una educación y de prácticas cívicas. Pero querría un paso más. Y para eso, me referiré a un ejemplo particularmente claro de la narrativa tóxica como estrategia política, sobre el que ya llamó la atención Gemma Pinyol en un excelente artículo a propósito de las migraciones (https://elpais.com/elpais/2018/07/05/opinion/1530814645_466534.html) y que estamos viendo crecer no ya en otros países europeos, sino aquí y ahora, en Cataluña y Andalucía y en el resto del nuestro.

Hablo, claro, de políticas partidistas migratorias y de asilo, de mensajes electorales que no sólo envenenan sus propias flechas, sino que consiguen contagiar a otros que creen que también deben hacerlo, para no perder la delantera electoral. Discursos reductivos que construyen a los inmigrantes como otros que ni pueden, ni deben ser tratados como iguales. De esa narrativa forma parte un tipo de “información” presente en los medios de comunicación, pero también, a mi juicio, la difusión de esos mensajes tóxicos a través de instrumentos jurídicos de políticas de migración y asilo y de la perversión de su debate público. Porqueno olvidemos que el Derecho, en su diferentes manifetaciones, es también y sobre todo un mensaje, apoyado por la fuerza de la sanción.

Para erigir la barrera del respeto frente a esta narrativa tóxica, para cambiar la mirada y el discurso hoy hegemónicos en la opinión pública a propósito de esos otros, inmigrantes y demandantes de asilo, es necesario diseñar y planificar una estrategia que incluya siempre tests de verificación de resultados, realizados por instancias independientes.

Necesitamos una tarea de información y educación de la opinión pública y los agentes sociales. Porque necesitamos conocer a esos otros. Y para eso es imprescindible contar con análisis fiables, datos contrastados. Creo que esa necesidad es una de las aportaciones del GCM impulsado por la ONU y aprobado en Marrakesh precisamente en el 70 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Y diría que necesitamos al menos estas siete concreciones:

  1. Necesitamos una estrategia de recuperación y análisis de datos fiables sobre los movimientos migratorios y de refugiados que, ante todo, siguen la dirección que marca la necesidad: son Sur-sur. Necesitamos, pues, análisis fiables, datos contrastados y una estrategia de comunicación sobre las verdaderas realidades, los desafíos reales y los medios con los que contamos: coperación internacional, responsabilidad compartida: respeto al Derecho, solidaridad y humanidad
  2. Necesitamos una estrategia eficaz contra ese proceso de difusión de rumores, medias verdades, fake news, sobre todo en las redes sociales. Por cierto, ya contamos con iniciativas muy positivas a ese respecto, como la estrategia antirumores para prevenir racismo (http://www.antirumores.com/proyecto.html.) o las redes institucionales antirumores frente a estereotipos de migraciones (por ejemplo, la organizada por la Junta de Andalucía, https://www.juntadeandalucia.es/organismos/justiciaeinterior/areas/politica s-migratorias/redantirumores.html). Recientemente, se ha añadido la web Malditamigración (https://migracion.maldita.es/).
  3. Necesitamos revertir el tratamiento sectorial de las migraciones (como fenómeno sólo laboral, o económico-laboral) y analizarlas como fenómeno global que sólo puede ser abordado desde el multilateralismo y la cooperación.
  4. Necesitamos entender que aumentan las causas de la necesidad de demanda de asilo mientras se estrechan las soluciones, lo que es evidente respeto al cambio climático. Entender la necesidad del mantenimiento del principio del non refoulement, y de vías de acceso seguras y legales
  5. Necesitamos, en suma, revertir el discurso sobre las verdaderas realidades, los desafíos reales y los medios con los que contamos: revertir el discurso de la inmigración como factor de enfrentamiento social y con ello la prioridad del discurso sobre defensa y aun guerra contra las amenazas, para construir el de cooperación internacional, de responsabilidad compartida y mutuo beneficio.
  6. Hay que hacer entender que las manifestaciones de movilidad humana tienen características holísticas y dimensiones globales, que deberían imponer, en buena lógica, que las respuestas sean otra cosa que lo que constatamos hoy: políticas sectoriales y aisladas (nacionales) y desde luego, políticas unilaterales, de dominio y explotación de las poblaciones migrantes y de los países que las generan
  7. Reconocer que sobre todo en uno de los factores más decisivos de la nueva movilidad humana forzada, la que se vincula con problemas medioambientales, la distinción entre refugiados y migrantes se desdibuja.

 

Por supuesto, esa voluntad de mutuo conocimiento debe concretarse prioritariamente en el sentido de desmontar la gran asimetría, la del desconocimiento que tenemos nosotros hacia esos otros. Pero esa es una tarea de sumas, no de restas. Por eso, aunque se trate de un movimiento minoritario que llega a nuestro país con retraso respecto a la discusión que se ha vivido, por ejemplo, en los EEUU o en Francia, me parece peligroso que esté cobrando eco entre nosotros un movimiento que, en lugar de sumar en la lucha antirracista, divide. Me refiero a la reivindicación de quienes sostienen que sólo las personas racializadas pueden y deben tener voz. Que los blancos debemos callar y abstenernos de tomar parte en ese proceso de mutuo reconocimiento y de combate contra la ignorancia y los prejuicios. Me parece un grave error, porque a mi juicio, insisto, en este primer paso (y en los sucesivos) se trata de sumar, no de dividir, de imponer una suerte de revancha que podría acabar por constituir otro racialismo.

 

 

 

 

La tesis: los derechos, en el centro del análisis

A la hora de describir y analizar el hecho migratorio, los fenómenos o manifestaciones de movilidad humana, sobre todo los de carácter forzado que, a mi juicio, son la mayoría, los derechos de los inmigrantes no son un añadido, un elemento secundario y optativo, una especie de guinda del pastel. No son una opción ni -menos aún- una variable obstáculo, a superar. Son una condición imprescindible, una constante de la incógnita a despejar: condición misma de todo análisis y del diseño de cualquier respuesta, como lo ha reconocido aunque tímidamente, el Global Compact on Migration adoptado en Marrakesh en diciembre de 2018, y aprobado por la AG ONU una semana después,  el 19 de diciembre de 2018. Por cierto, que hacen mal quienes lo llaman Pacto Global porque no tiene el rango normativo de los Pactos, los Convenios o Convenciones propias de la arquitectura institucional del sistema de derechos de Naciones Unidas y precisamente por eso carece de todo fundamento la crítica que le reprocha ser incompatible con el principio de soberanía de los Estados en materia de política de migraciones: son recomendaciones carentes de fuerza de obligar.

Frente a quienes niegan o relativizan la prioridad del enfoque de derechos humanos en las políticas migratorias, ese enfoque es una condición del análisis de la situación migratoria y por tanto del proyecto de la gobernanza global de las migraciones. Eso sí: si y sólo si ese proyecto de gobernanza quiere ser algo distinto de lo que hasta ahora tenemos, proyectos de dominación unilateral de las migraciones bajo el prisma sectorial, parcial, de los intereses económicos y geoestratégicos de los países de recepción.

Sin embargo, la mayoría de los modelos de políticas migratorias proceden de hecho a una formulación de los derechos de los inmigrantes en términos de recortes, fragmentación y aun regateo, aplicando diferentes consideraciones que pueden reducirse a dos, que se discuten en este capítulo.

De un lado, lo que constituye una suerte de dogma a la hora de reconocimiento de derechos, aun de derechos humanos y fundamentales, esto es, la desigualdad en el reconocimiento a partir de la distinción entre ciudadano y extranjero. Los inmigrantes, qua extranjeros, no pueden gozar de la plena igualdad de derechos con los nacionales.

De otro, opera con mayor fuerza discriminatoria el argumento de la condición administrativa de la presencia de los inmigrantes en territorio del Estado de recepción. De conformidad con ello, los inmigrantes irregulares, todavía a menudo calificados como ilegales, al haber ingresado de forma no legal en territorio del Estado no pueden gozar de los mismos derechos que quienes entran cumpliendo con todos los requisitos legales.

A partir del examen del marco constitucional y de la legalidad internacional, sostengo, por el contrario, que la respuesta normativa en clave de reconocimiento de derechos fundamentales, debe garantizar el principio de igualdad.

Aún más, hoy, en Estados democráticos que deben regirse por el principio de pluralismo inclusivo, en el contexto de globalización y multiculturalidad, la ciudadanía debe vincularse a la residencia efectiva, esto es, a la voluntad de pertenecer establemente, acreditada básicamente a través de la residencia legal estable, más que a la nacionalidad para convertir oficialmente en ciudadanos a quienes ya de facto forman parte de nuestra sociedad.

En eso debe consistir un proyecto de integración: en llevar al reconocimiento y garantía efectiva de los derechos en términos de la igualdad entre inmigrantes, residentes y ciudadanos, hasta alcanzar a ese derecho fundamental que es la participación política. Solo así romperemos el cáncer que afecta desde su raí a nuestras políticas de inmigración, la construcción del status de los inmigrantes en términos de la <presencia ausente> (Sayad). 

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