otra vez, sobre la lucha antirracista

Fue muy interesante ayer, 18 de marzo, en CaixaForum, asistir a una jornadaorganizada por Médicos del Mundo, con presentaciones muy plurales en torno a la estrategia de combate de la discriminación racial, étnica, cultural, del racismo.
Me alineo con posiciones como las expresadas por Paloma Favieres o Imana Martínez, y no con las que parece adoptar de un tiempo a esta parte Sos Racismo, que coincide en orientación con las tesis de quienes impulsan el proyecto de prioridad de las <personas racializadas>.
Colaboré en la lucha antirracista durante más de 20 años con SOS, pero creo que era otro SOS, aparentemente curado en salud por la experiencia vivida por SOS en Francia y por ello lejos de la tentación del <sarampión infantil> del comunitarismo (por parafrasear la conocida crítica de Lenin sobre el izquierdismo y el comunismo) que me parece advertir en la estrategia de protagonismo excluyente propia de buena parte del movimiento de las <personas racializadas>
Creo que, estratégicamente, esa corriente comporta más riesgos que ventajas. Me atrevo a decir que sus tesis aportan gasolina para los partidarios de Vox
Y en el fondo, es decir, conceptualmente, me parece que sostienen un error, porque construyen un antirracismo que parece cada vez más cercano a una ideología excluyente, pues sostiene que sólo puede ser antirracista quien ha vivido las lacras de la colonización y la esclavitud, como si no hubiera otras víctimas del racismo.
Creo que -sin negar las raíces del racismo en el colonialismo y el imperialismo, lo que constituye una obviedad- sólo puede ser fruto de la ignorancia y de la tergiversación esa especie de reduccionismo que reduce todo colonialismo e imperialismo al fobotipo del <hombre blanco>, el arquetipo reivindicado, sí, por el imperialista y racista Kypling en su famoso poema sobre la <carga del hombre blanco>.
En esos alegatos es frecuente encontrar ridiculizadas las tesis, los testimonios vivos de quienes ha sufrido racismo por ser gitanos, andaluces o murcianos (¡eso no es racismo!, claman), como si los europeos del sur no hubieran sufrido el racismo de los europeos del norte. En esos alegatos se omite, con demasiada frecuencia, el racismo específico sufrido por ejemplo por gitanos y judíos, como si las víctimas del Holocausto hubieran sido un accidente. Y se olvidan otros imperalismos y colonialismos, tremendamente destructivos, como los del <Imperio del Centro> y la etnia han en China o Tibet, los del Imperio del sol naciente, los de los reinos del sureste asiático, etc…
Me reafirmo: la condición de toda lucha antirracista es el universalismo. No el universalismo de sustitución, el glocalismo, una trampa bien conocida. Sino el universalismo que popone la inclusión igual de toda diferencia.
Seguiremos discutiendo, seguro…

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