La doble tragedia de Val d’HIV en 2017 (Cartelera Turia, nº 2790)

En la política de gestos que practica el President Macron, tras el acercamiento al Trump para mostrarle la pompa republicana del 14 de julio (jueguecito de apretones de manos entre machos repetido), le tocó a Benjamin Netanyahu el honor de verse asociado a la conmemoración de la redada que llevó a más de 7000 franceses judíos a ser encerrados en el Velódromo de Invierno de Paris, el 16 de julio de 1942, dentro de la operación Viento primaveral que se puso en marcha a las 4 de la mañana, y en la que se arrestó a 12.884 personas (5.802 mujeres; 3.031 hombres y 4051 niños), paso previo a su deportación a los campos de concentración nazis. La detención de niños entre 2 y 12 años fue una iniciativa de la policía francesa, pues los responsables de la sección IVB4 de la Gestapo, que dirigía la operación, sólo habían previsto a adultos. Todos los niños acabaron finalmente en las cámaras de Auschwitz.

Soy de los que piensan que Macron acierta al remover esa página oscura de la historia de Francia, que durante decenios se ocultó o minusvaloró, al igual que se hizo con la mitificación de la Resistencia antinazi, o con el inhumano trato a los españoles que huían de la victoria franquista. Enfrentarse a la verdad, desmitificar, aceptar y ofrecer reparación por los delitos y faltas cometidos y por su ocultación en nombre de la grandeza de la patria, es el terreno más sólido para un proyecto republicano que se tome en serio. No digamos el ejemplo que eso significa para un país como el nuestro, en el que los Gobiernos pasan, mientras siguen en las cunetas y fosas miles de cadáveres sin identificar.

Por supuesto que Francia tiene una deuda con miles de sus ciudadanos que, a causa de su condición de judíos, fueron víctima del colaboracionismo practicado por el régimen de Vichy, pero también por una parte de la sociedad francesa. Libros como los de Maurice Rajsfus, Juana Salabert o Laurent Joly, documentales y películas sobre acontecimientos como éste son cada vez más claros a la hora de establecer su responsabilidad penal y política. Me permito recordar aquí la espléndida Mr. Klein (1976) de Joseph  Losey, infinitamente mejor, a mi juicio, que la reciente (2010) La Rafle, de Roselyne Bosch.

Y sin embargo…la invitación de Macron a Netanyahu me parece un error de inmenso calibre y una ofensa a las víctimas de Vel d’Hiv y a personalidades como la recién desaparecida Simone Veil. Ya sé que Netanyahu es invitado como primer ministro de Israel, pero es imposible olvidar que ese Netanyahu es el Jefe de un Gobierno que no sólo lleva el sionismo al extremo en su apoyo a los colonos fundamentalistas y a los nuevos asentamientos, sino que ha violado y viola continua e impunemente los derechos de los palestinos (incluidos niños) y se burla del Derecho internacional. Claro que nada habríamos arreglado si el invitado fuera el Jefe del Estado de Israel, Rauven Rivli quien, a diferencia de su antecesor Peres, es un político del ala extrema derecha del Likud, que sostiene que la única solución al conflicto es la anexión de Palestina por Israel. Hacer presente a alguien como Netanyahu en ese homenaje, es reincidir en la tragedia, no restañarla.Y temo que a Macron todo esto le da un poco igual, porque lo que busca es sostener sus epifanías como rey sol de este mundo en el que él mismo sería el Mesías.

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