Premios (Cartelera Turia, 2778, 7 julio 2017)

Una fecha tan redonda como ésta, la del 7 del 7 de 2017, festividad de San Fermín de 2017, no podía dejar de llevar aparejada un premio. Bueno, muchos. Y muy especiales. Porque hay premios y premios y luego están los de la Turia. Que no son los Nobel, ni los feminizados Jaume I, pero han conseguido llegar a formar parte del paisaje del mes de julio en nuestra Valencia, que ya no se entiende sin ellos.

Conozco pocas frases que expliquen tan bien la dificultad de ser jurado de un premio como ésta con la que me advirtió un colega la primera vez que participé en un tribunal de oposiciones: <ganas varios enemigos y un desagradecido>. Los perdedores, claro, te guardan la herida de su orgullo, aunque haya algún ejemplo de fair play, sí. Pero el ganador, convencido de su valía, acaba reprochándote que no se lo dieras antes y que ese premio, que no es otra cosa que un acto de justicia del mundo con él, haya tenido que llegar a través de un grupo de mindundis….

Siempre que participo o asisto a este tipo de ceremonias recuerdo una anécdota atribuida a Unamuno que muchos lectores conocerán, pero que tengo que contar para no desmentir el enunciado. Pues verán. Entregaba el rey Alfonso XIII una medalla, recaída en esa ocasión en el rector de Salamanca. “Enhorabuena, Don Miguel!” dice el campechano Borbón. Y responde el adusto sabio: “Gracias, majestad; es verdad que me la merecía hace tiempo”. Sorprendido el monarca, cuando llega la hora de las copas le dice al filósofo: “Pero, Don Miguel, qué cosas tiene Vd! Siempre que entrego un premio a alguien, todos me dicen, <gracias, majestad; es un premio inmerecido>”. Y responde Unamuno: “Es que eso también es verdad, majestad; no se lo merecen”…

Los premios son regalos y, en ese sentido, no son frecuentemente el producto del mérito, menos aún si se entregan en competición con otros. Para eso sirven también, para alimentar la polémica y, de nuevo, para que los demás podamos criticar al jurado por su falta de criterio, que es el deporte preferido en estas ceremonias. No dudo de que nuestros queridos amigos de la Turia han actuado una vez más con su proverbial y caprichosa independencia de juicio, dejándose llevar por sus filias y fobias, como nosotros por las nuestras (mira que olvidar Comanchería, o Que Dios nos perdone!). Aunque su capricho haya coincidido con el mío en varios de los premios especiales (imprescindible R Sirera; como el reconocimiento al Sorolla) y en la obvia justicia de reconocer a los autores de La secesión de los ricos…Enhorabuena a todos y nos vemos en la gala!!

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