QUE NO TE CONFUNDAN CON EL PRETEXTO DE LA CIENCIA

(Cartelera Turia, 07.04.17)

Si el lector se arma de un poco de paciencia, quiero invitarle a lo que, con esa mezcla de rigor y pedantería tan propia de los profesores universitarios, calificaría como una <reflexión epistemológica>. Y, para variar, trufada de crítica a la moralina. El que avisa no es traidor, sino buen avisador, como gusta de repetir mi colega Jorge Correa.

Empecemos por distinguir. Quede claro el respeto a la libertad de expresión. Pero lo que tiene, es que hay gente que la usa para sostener que la Astrología es un saber científico, tanto como lo puedan ser la física experimental o la bioquímica, o que las mujeres no deben tener los mismos derechos que los hombres, e incluso para proclamar que tales asertos no son una opinión, o la expresión de una creencia, sino pura ciencia. Para hacer esto último hay que tener una gran seguridad, rayana en el dogma, y pocos escrúpulos. O quizá es que una cosa lleva consigo la otra. Quiero decir que, con la seguridad que proporciona creer que uno se halla en posesión de la verdad (revelada), no hay problema en arremeter con lo que sea y, encima, hacerlo en nombre de esa verdad y aun revestirla del adjetivo -casi siempre pleonástico- de <científica> porque –y aquí se riza el rizo-, para quien tiene la seguridad de la fe, la verdad científica no puede contradecir la verdad revelada.

La Universidad Católica San Vicente Mártir de Valencia, ha enriquecido recientemente su fondo de publicaciones con algunas que son el resultado de <investigaciones> llevadas a cabo por su Observatorio de Bioética. Entre las últimas que ha puesto a disposición del público en su web, se encuentran dos, dedicadas respectivamente a la crítica de la ideología de género y al examen de la ley de transexualidad promovida desde el Consell de la GVA. Por supuesto, vaya por delante que esta Universidad, que pertenece al Obispado de Valencia, y su Observatorio –todos y cada uno de sus miembros- son muy dueños de publicar lo que estimen oportuno. Tanto como lo es cualquiera para criticarlos y sacar a la luz sus falacias, si es que así lo estima justificado.

Pues bien, quien suscribe considera obligado denunciar la falacia argumentativa propia de la concepción epistemológica (es un decir) según la cual lo suyo –lo del Observatorio, digo- es ciencia, mientras que la ley de la GVA es pura ideología perversa, <científicamente falsa>, que debe erradicarse de las escuelas por sus perniciosos efectos, que pueden llevar (según una supuesta argumentación “científica” que confieso no haber hallado) al incremento de los suicidios. Por no hablar del análisis seudocientífico que permite la <descalificación científica> de la ideología de género: me parece que se trata de los mismos seudoargumentos propios de la apologética campaña de la Asociación <Hazte oir> y de su autobús. Cada quien es libre de sostener una determinada pretensión ideológica, sobre la base de intereses, creencias, fines y valores sobre cuya oportunidad, conveniencia y justificación es posible -lo reconozco, por descontado- argumentar, dar razones. Pero de ahí a decir que todo esto se hace en nombre de la ciencia y para probar que la ideología opuesta es anticientífica, falsa, hay un abismo. Sin dogmatismos ni idolatrías cientistas, cabe pedir que no pongan sus manos sobre la ciencia. Y que no traten de confundirnos.

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