WERT EN PARIS. NI ANÉCDOTA, NI PRENSA ROSA

Actualizada 02/08/2015 a las 21:32  
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EL AUTOR
No ha faltado quien, para ironizar sobre el nombramiento del exministro Wert como embajador de España ante la OCDE, un puesto sin duda relevante en la representación exterior del Reino de España, subraya la dimensión “rosa” de la historia. 

Se bromea así sobre la sensibilidad de Rajoy y su Gobierno hacia una «historia de amor» que encuentra el mejor broche posible en posibilitar la residencia en París de una pareja que vivía los sinsabores de la distancia. La necesidad conyugal y la unidad familiar serían razones que no podían desatender los políticos del PP, adalides de la familia como debe ser. Yo creo, sin embargo, que cabe poca broma con este asunto. Porque no es una anécdota, sino una decisión profundamente reveladora del modo en que Rajoy y los suyos entienden la política.

Reveladora porque, ante todo, se sitúa en la lógica de compensar con cargos públicos, pagados por los contribuyentes, a los que te han servido bien, arremetiendo con coraje e «ideas claras» (¿qué cargo esperará a García Albiol?) en defensa de las ideas más peregrinas de su programa de Gobierno, como lo ha hecho Wert a propósito de objetivos de alta calidad pedagógica como españolizar a los niños catalanes, primar a las universidades privadas, sostener la enseñanza confesional de la religión o imponer la LOMCE per fas o nefas.

No es el primer caso. Lo vivimos con el bochornoso episodio del exministro Arias Cañete, propuesto para un cargo de postín europeo (aunque luego quedara rebajado de rango), pese a las pruebas manifiestas de incompatibilidad y a una trayectoria y patrimonio muy poco compatibles con los intereses que debe defender como comisario europeo. Lo vemos en los ejemplos de poltronas senatoriales para quienes figuran en el guiness de malos gestores, como los señores Fabra o Barberá, o con los cargos bancarios para el nefasto Olivas, por citar sólo a algunos de los perpetradores de la desolación en que se ha dejado a la Generalitat Valenciana. O el cargo de embajador en Londres parael señor Trillo, en agradecimiento de sus trabajos como abogado del partido y de su brillante trayectoria en Defensa. Y ahora, Wert.

Reveladora, además, porque en un mundo como el nuestro, en el que es tan fácil rastrear los verdaderos curricula, asombra que se siga imponiendo el nepotismo puro y duro frente a la exigible meritocracia. Sobre todo cuando, como seguramente sabe muy bien el ministro García Margallo, sobran expertos en el cuerpo diplomático español (y fuera de él) para un puesto como el de embajador ante la OCDE, para el que sería deseable competencia y experiencia profesional en los ámbitos del desarrollo, el comercio, ciencia y tecnología, medio ambiente, etc. temas sobre los que no podemos encontrar el menor indicio (de conocimiento, competencia, experiencia) en el currículo del señorWert. Claro, es verdad que la OCDE se ocupa de educación, pero la trayectoria del exministro en ese campo es manifiesta y casi unánimemente valorada de forma negativa. Todos los actores del sector educativo (salvo el propio Gobierno, claro) lo consideran el peor ministro de Educación que ha tenido España desde 1978. Una buena carta de presentación, se ve.

Este nombramiento es revelador de la mentalidad clientelista, de esa que tiene que ver con el clásico «qué hay de lo mío» en la formulación castiza que según gustaba recordar Gregorio Peces-Barba, le gritó un paisano de Natalio Rivas en un mitín de éste en Granada: «¡Natalico, colócanos a toos!». Mutatis mutandis, Wert habría espetado a Rajoy, “¡colócame en París!». En efecto, según todos los indicios, el interfecto no habría tenido inconveniente en manifestar que quería ese puesto, siendo aún ministro, porque la distancia kilométrica entre Madrid y la capital francesa le debía resultar insufrible. Pero, si las informaciones publicadas en todos los medios son ciertas, la señora Gomendio fue elegida en abril de 2015 para el cargo de directora general adjunta de educación en la OCDE, puesto para el que hay que suponer que concursó cuando aún era secretaria de Estado en el Ministerio que dirigía su compañero. Es decir, que cabe imaginar que éste estaba al tanto de su intención de vivir en Paris antes de esa fecha y no se trata de un accidente imprevisto para el que no podían haber preparado una solución. Sobre todo porque, también según las informaciones publicadas, Wert habría anunciado a Rajoy su intención de dimitir para vivir con su esposa.

¿Podía haber esperado al fin de legislatura, para así marcharse libremente sin dejar colgada su responsabilidad como ministro en los últimos seis meses de legislatura? Uno diría que sí, por aquello de la responsabilidad política, pero al parecer a Wert ese semestre de separación le resultaba insufrible, no como al resto de españoles que se han tenido que marchar y separarse de sus familias para buscar trabajo, sin saber cuándo podrán reunirse. Pero no era el caso de Gomendio y Wert. ¿Cómo solucionar el tremendo problema de vivir separados durante seis meses? Es verdad que su señora esposa era el cargo público con mayor patrimonio en la legislatura Rajoy y que su sueldo en la OCDE es muy considerablemente mayor que el que tenía en Madrid, pero el pago de tanto viaje o, eventualmente, de la residencia común en la capital francesa debía ser un gran desafío económico para el matrimonio. Así que, ¿por qué gastar tu dinero en vivir juntos en Paris si te lo pueden pagar los ciudadanos? Dejo el Ministerio y que me den el cargo.

Con todo, lo más grave a mi juicio, es el conflicto de intereses que a juicio de algunos (malpensados quizá) plantea este nombramiento. La señora Gomendio, como he recordado, trabaja ahora para la OCDE como directora general adjunta de educación. Es decir, es una (alta) empleada de la OCDE. Al menos formalmente, no parece la mejor idea que el embajador de España ante un organismo esté casado con una (alta) empleada del mismo. Piensen en cualquier ejemplo similar: la embajadora ante la OTAN y su cónyuge empleado/a de la OTAN en Bruselas. El/la embajadora ante la UNESCO y el cónyuge empleada/o de la UNESCO… Claro que también se puede ver de otra manera.Quizá el propósito de Rajoy ha sido ahorrar trabajo y gastos a España y a la OCDE: si España quiere negociar con la OCDE propuestas sobre educación, las reuniones pueden tener lugar en el domicilio conyugal y, así, eso que se llevan puesto embajador y directora adjunta antes del horario laboral. Y todos contentos.

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