La república francesa como patria común y una cita de Jefferson

Los abominables atentados en Paris que han sacudido a Francia y al mundo en la semana de reyes de 2015 han suscitado un sin fin de análisis y comentarios. Tiempo habrá para discutirlos con calma pues lo cierto es que plantean no pocas dificultades sobre el fracaso de las políticas de integración, así como las de austeridad, las consecuencias nefastas de la iniciativa de Bush (a la que se sumó Aznar) de lanzar la guerra en el Golfo, la inanidad de Europa ante las guerras que devastaron Libia o Siria, el apoyo al golpe de Estado en Egipto, la complicidad con el régimen wahabista de Arabia Saudí, etc, etc

También suscita dudas la reacción de la opinión pública  (por ejemplo, el doble rasero que supone el silencio ante los criminales actos terroristas de Boko Haram en los mismos días en Nigeria, que costaron la vida a más de 200 personas, con utilización de niños como bombas humanas) y sobre el escándalo que supone el desfile en Paris de medio centenar de altos dignatarios (separados de los millones de ciudadanos que se manifestaban en la impresionantes marchas del domingo 11), entre los que había no pocos que son verdaderos campeones de la lucha contra la libertad de expresión.

En medio del shock, uno de los pocos elementos positivos parece la capacidad de reacción ciudadana mostrada una vez más por los franceses y que inevitablemente obliga a reconocer la emoción suscitada por esos millones de ciudadanos que tomaban la palabra y se manifestaban en defensa de la libertad de expresión y la democracia. En esas marchas  se ha reivindicado el lema  atribuido a Jefferson: “todo hombre tiene dos patrias: la suya y Francia” que, según se asegura, habría pronunciado tras la batalla de Yorktown, en homenaje a la ayuda francesa a la revolución americana. Es cierto que Jefferson es conocido como el más francés de todos los presidentes americanos y que quedó profundamente marcado por su estancia como Embajador en Paris, donde cultivó entre otras, la amistad con Condorcet y su mujer. Sin embargo, no hay testimonio fidedigno de que esa frase fuera suya, más allá de la paráfrasis de un testimonio que se encuentra en su autobiografía, donde escribió: «So ask the travelled inhabitant of any nation, In what country on earth would you rather live?—Certainly in my own, where are all my friends, my relations, and the earliest & sweetest affections and recollections of my life. Which would be your second choice? France”.

Hasta donde podemos saber, la afirmación literal se encuentra en una obra del dramaturgo Henri de Bornier, La Fille de Roland (Drame en quatre acts en vers)(1875), en la que Carlomagno afirma: «Tout homme a deux pays, le sien et puis la France.»

 

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